sábado, 14 de febrero de 2015

Cupido Vs. Don Carnal.

Resulta cuanto menos curioso que hoy, 14 de febrero, confluyan en el espacio y en el tiempo dos celebraciones que poco o nada tienen que ver la una con la otra. Como si de un combate de boxeo se tratase, a un lado del cuadrilátero nos encontramos con Cupido, representante universal de lo empalagoso donde los haya, y justo en el otro extremo del Ring aparece desafiante Don Carnal con todo su descaro riéndose de todo y de todos.

Cupido… qué decir de ese angelote regordete a un arco pegado que no se haya dicho ya. Lo encontrarás, según cuenta la leyenda, disparando sus flechas a diestro y siniestro con la única intención de unir a personas desconocidas predestinadas a estar juntas y que a saber por qué narices no son capaces de localizarse aunque se encuentren a dos centímetros la una de la otra si no fuese por la ayuda de dicho personaje. Yo soy de la opinión sin embargo de que al Cupido ese habría que regalarle unas buenas gafas de aumento o pedirle que mejore su puntería porque en más ocasiones de las deseadas esas uniones que se suponen para siempre no duran apenas ni dos suspiros.

Don Carnal por su parte es la diversión en persona. Un pasota picarón que en lo único que piensa es en pasárselo bien a veces incluso a costa de los demás. Y así lo encontrarás, con esa pinta de diabillo haciendo pequeñas trastadas que provocan la risa de todos excepto tal vez del destinatario de tales travesuras.

En mis tiempos yo solía ser más fan de Cupido que de Don Carnal. En el fondo de mi ser sentía que el romanticismo era lo más de lo más, y si bien es cierto que dedicar de manera oficial y pública un día al año a demostrar el amor que una persona profesa a otra puede resultar un tanto pedante, porque el amor se demuestra día a día de la misma manera que el camino se demuestra andando, me confieso pecadora y diré que durante los años en los que viví en pareja formé parte de toda esa parafernalia con mucho gusto y orgullo, procurando celebrar ese día de una manera diferente a los demás, si bien mis sentimientos no cambiaban durante los 364 días restantes (o 365 si el año era bisiesto).

Sin embargo y a medida que he ido evolucionando en mi vida la balanza ha ido cambiando un tanto de bando. Influye claramente que haya pasado los últimos años sin nadie a mi lado con quien celebrarlo, pero no por ello lo he echado de menos, al menos no demasiado.

¿Me decanto entonces por animar a Don Carnal en este duelo de titanes que disputa en estos momentos con Cupido? No es que sea yo la alegría de la fiesta, pero este año después de muchos me han entrado ganas de formar parte activa de esta celebración pagana y he decidido enfundarme mis mejores galas, salir a la calle y disfrutar.

Hace unos minutos un amigo me ha enviado 30 rosas virtuales que me han alegrado la mañana. Imagino que con esto ya he cumplido con el cupo de merengue que me puedo permitir en lo que queda de día, así que ahora lo que toca es transformarme en una persona que no soy y pasármelo bien.

Y si por el camino una de esas flechas que lanza Cupido golpea mi corazón, aunque sea por error, tampoco pienso hacerle ascos. Es verdad que, como dice la canción, la vida es un carnaval, pero sigo pensando que si ese carnaval se disfruta entre dos todo se hará más llevadero. Y Ed Sheeran y la canción que cierra esta entrada es una clara muestra de ello.


Feliz Carnaval de San Valentín a todos o feliz San Valentín carnavalero, lo que prefiráis. En el fondo lo importante es saber disfrutar de la vida de la mejor manera posible, igual da que sea mostrando el lado más tontorrón o el más vacilón. Total… lo que cuenta es ser feliz y estar a gusto con uno mismo. ¿No pensáis igual?



Ed Sheeran. Thinking out loud. http://youtu.be/lp-EO5I60KA