Llevo un millón de años
sin pasarme por aquí. No sé si alguno de vosotros me habrá echado de menos pero
yo os puedo asegurar que ha habido momentos en los que he echado en falta pronunciarme
aunque sólo fuese para saludar, si bien es cierto que cuando eso sucedía me
encontraba en medio de situaciones, momentos o lugares totalmente incompatibles
con la realización de mis deseos. Hoy me he dicho a mí misma que no podía aplazarlo
más y he decidido tomarme cinco minutos para confirmaros algo de lo que seguro todos sois plenamente conscientes: Ya es primavera en El Corte Inglés.
Por fin ha quedado atrás
ese frío invernal que me invitaba a pasar las veladas bajo una manta (una de
esas del tipo polar, más amorosa y calentita que las demás), viendo pelis de
diferente género y condición y atiborrándome de palomitas como si no hubiese un
mañana. Que yo no digo que este plan palomitas,
mantita y peli no sea estupendo, y de hecho me confieso pecadora y
practicante activa de dicha actividad, pero como todo lo que es realizado en
exceso llega un momento en el que el asunto empalaga y lo que te apetece es
cambiar el menú.
Y la carta ha modificado
sus platos principales dejando a un lado potajes y cocidos para dar paso a un
abanico de temperaturas agradables y cielos despejados. Ya es momento de
guardar la manta en el armario y salir de casa para disfrutar de este ambiente
cálido y primaveral, cambiar el abrigo por una cazadora vaquera y enfundarse
las gafas de sol para evitar que a nosotros, vampiros invernales, nos ciegue sin
remedio y tras meses de vida entre nubes negras, el Astro Rey cada vez que nos
atrevemos a poner un pie fuera de la puerta y cerramos el portal.
Todo es cíclico, las
estaciones del año son el perfecto ejemplo de que las cosas se repiten más o
menos igual de manera periódica. Y a mí me pasa algo similar.
A lo largo de mi vida y en
más de una ocasión he sentido la necesidad imperiosa de dar giros a mi
existencia que me permitiesen seguir sintiendo que estaba viva. Es la típica
sensación que te impulsa a hacer una locura que dé la vuelta a todo lo que
hasta ese momento formaba parte de uno mismo y poner patas arriba todo lo que a uno
concierne. Cierto es que esto personalmente me genera una sensación de vértigo
incontrolable pero no hay nada, absolutamente nada que me impida seguir pisando
el acelerador hasta el fondo sin siquiera plantearme la posibilidad de frenar
cuando veo tan cerca la siguiente curva del camino.
Ahora mismo me encuentro
en uno de esos momentos. Esta mente inquieta que habita la parte superior de mi
cuerpo hace ya semanas que ha puesto en marcha la maquinaria sin que yo pueda
hacer nada por detener toda esa complejidad de engranajes y tuercas que se
encuentran trabajando ya a pleno rendimiento. Quiero volver a darle un giro a
mi vida, uno de esos memorables que me permita dar otro paso adelante y seguir mi
ruta hacia la felicidad plena que no completa que me demuestre que merece la
pena haber pasado por todas las pruebas que he tenido que ir superando.
Y como todo, a día de hoy no
tengo ni la más remota idea de si al final alcanzaré mi objetivo, pero ya por el
mero hecho de notar este hormigueo llamado motivación recorriendo mi
cuerpo merece la pena todo el esfuerzo. Durante mucho tiempo he dejado que la
vida pasase por delante de mí mientras yo me quedaba sentada en el mismo sitio
viéndola alejarse sin más. Ahora las tornas han cambiado y he decidido calzarme
unas buenas deportivas que me permitan correr la maratón de mi vida.
No sé si será la
proximidad de la fecha que inexorablemente me obligará a cambiar de década la
que me ha hecho despertarme del letargo en el que me encontraba y decidir no
conformarme con lo que ahora tengo o simplemente mi cambio de mentalidad. En
realidad la causa me da igual siempre y cuando ésta me ayude a alcanzar la meta.
Esta última semana ha sido
un poco dura en lo que a la consecución de mis objetivos se refiere. He sentido
rabia e impotencia al descubrir que muchas veces no es tu valía lo que cuenta
en esta vida a la hora de intentar mejorar y demostrar de lo que eres capaz
sino la cabezonería y negación por sistema de otros, perfectos desconocidos,
que ni siquiera son capaces de ponerse en tu piel y pensar que a ellos les
hubiese gustado recibir cierto apoyo de haberse encontrado en la misma
situación en la que yo ahora me encuentro.
Poco saben ellos que a
cabezota no me gana nadie, y a constancia y empeño menos. Y por más trabas y
zancadillas que los demás, personas totalmente ajenas a mí, decidan ponerme, no
conseguirán que al final no me salga con la mía. Sé que todo lo que digo suena un
tanto enigmático, pero es que me gusta incluir cierto halo de misterio a mis
historias. Ya con el tiempo, y si las cosas van tornándose a mi favor, os iré
informando de cómo me va la vida en ese terreno. No vaya a ser que por hablar
de más lo gafe...
Todo en esta vida termina
llegando. Tal vez no hoy ni mañana, pero en algún momento las cosas acaban por
suceder. Como muy bien me decía un amigo mío ayer, si hasta ahora no lo he conseguido
es porque no era para mí así que yo estoy tranquila y lo sigo intentando. Y eso
es lo que estoy haciendo: continuar luchando para seguir sintiéndome viva. Por
ahora es lo único que me importa.
Y mientras tanto lo que
deberíamos hacer es abrir las ventanas de casa de par en par para permitir a la
primavera acceder hasta la última esquina de la habitación. Así conseguiremos
que nos envuelva esa agradable brisa que nos transporta de manera casi imperceptible
a ese lugar en el que queremos estar. Todo deseo es posible si cerramos bien
los ojos y nos concentramos como es debido en el objetivo.
Porque
ya es primavera hasta en El Corte Inglés.
AronChupa. I’m an Albatraoz. https://youtu.be/Bznxx12Ptl0