Soy una chica normal. Ni
demasiado alta ni demasiado baja. Ni demasiado delgada ni demasiado gordita. Ni
demasiado rubia ni demasiado morena. Ni demasiado lista ni demasiado tonta. Ni
demasiado tímida ni demasiado lanzada. Tampoco diré que soy del montón, pero sí
una persona que sin llamar demasiado la atención si quiere, se hace notar. Y a
veces, si mi faceta torpe aparece sin avisar, incluso sin quererlo doy la nota.
Pues bien, esta chica normal hace ya algún tiempo que ha decidido desistir en su intento por entender al género masculino, y no porque no le haya puesto empeño al asunto precisamente, pero llegados a este punto he decidido que tiro la toalla.
No. Esta decisión no es algo que se me haya ocurrido de repente. No ha pasado que me haya levantado hoy con el pie cambiado y en lo que duraba mi recorrido de la habitación al baño haya dicho: “¡Ea, que lo dejo! Desisto, me rindo, paso, renuncio, abdico, no quiero saber nada más de Ellos”. No. Lo que me ha llevado a dejar el tema por imposible ha sido un compendio de pequeñas cosas que me han hecho ver que, o yo soy de otro planeta, o Ellos han decidido convertirse en alienígenas sin previo aviso.
Pues bien, esta chica normal hace ya algún tiempo que ha decidido desistir en su intento por entender al género masculino, y no porque no le haya puesto empeño al asunto precisamente, pero llegados a este punto he decidido que tiro la toalla.
No. Esta decisión no es algo que se me haya ocurrido de repente. No ha pasado que me haya levantado hoy con el pie cambiado y en lo que duraba mi recorrido de la habitación al baño haya dicho: “¡Ea, que lo dejo! Desisto, me rindo, paso, renuncio, abdico, no quiero saber nada más de Ellos”. No. Lo que me ha llevado a dejar el tema por imposible ha sido un compendio de pequeñas cosas que me han hecho ver que, o yo soy de otro planeta, o Ellos han decidido convertirse en alienígenas sin previo aviso.
“-Tienes que salir,
conocer gente.” “-¿Eres de las que cree que te van a venir a llamar a la
puerta?” “-Las cosas no funcionan así. El que algo quiere algo le cuesta”. Y
como esas, mil recomendaciones más, bombardeadas desde flancos muy diferentes.
Al final les hice caso. Hasta llegué a explorar caminos que a priori no
encajaban demasiado conmigo y dejé mi timidez a un lado para volverme un poco
más sociable de lo que suele ser lo habitual en mí.
¿El resultado? Desde luego
no fue el esperado ni mucho menos. Descubrí eso sí que era demasiado ingenua al
pensar que podría esperar de Ellos lo
mismo que yo estaba dispuesta a aportar y lo único que recibí a cambio fueron
hostias en toda regla y mi cara de perplejidad ante el espejo cada vez que me
veía obligada a reconocer que me quedaba mucho por aprender.
Como muestra un pequeño
botón en forma de pequeña historia:
El jueves pasado fuimos a
una fiesta. En un sitio pijillo con un ambiente un tanto ídem. Nos lo pasamos
bien aunque es verdad que lo de interactuar con el resto de los que allí se
encontraban no lo gestionamos demasiado acertadamente, así que básicamente nos
dedicamos a hablar entre nosotras y a tomarnos una copa en una terraza bastante
acogedora.
Últimamente me quiero
bastante, para qué negarlo, así que decidí que me veía mona en una de las fotos
que me sacó Esther y después de tunearla un poco la subí a Instagram.
Al día siguiente alguien quería chatear conmigo a través
de la aplicación. El mensaje decía: “Hola!! Cómo terminó la noche en Fortuny???
Yo también estuve por allí y me suenas un montón… Creo que te miré un par de
veces entre la gente...”.
Al principio lo ignoré. Me
sonaba al típico mensaje tipo que alguien escribe a todo aquel ser viviente que
hubiese subido una foto con el tag #palaciofortuny para probar suerte y ver si alguien
picaba el anzuelo. Lo sé y lo siento: soy muy mal pensada y no lo puedo evitar.
Con todo y con eso, en mi
cabeza retumbaban todas esas recomendaciones sobre lo de conocer gente nueva
así que terminé respondiendo. Y me olvidé del tema. De hecho no fue hasta dos
días más tarde cuando otro aviso de mensaje nuevo me hizo volver a prestarle
atención. “Esta noche fiestecitas de la Paloma?”
Siguiendo el mantra de mi
cabeza, respondí indicando que estaba con mis amigas de terraceo y no había
pasado ni un minuto cuando ya obtenía respuesta: “Si luego estáis por el centro
avísame! Y si quieres nos saludamos. Estaré por allí con un amigo.”
Quien me conoce bien sabe
que se me dan bastante mal este tipo de situaciones. Me bloqueo y mi lado
borde-defensivo sale en todo su esplendor. Me pongo nerviosa sin saber cómo
reaccionar y mi instinto natural me pide a gritos que salga huyendo y me
esconda en mi madriguera. ¿Quedar con alguien al que no conozco de nada? ¿Con
el que la única conversación que he cruzado ha durado menos que lo que tarda una
cerilla encendida en apagarse? ¿¿¿Yooooo??? Para mi suerte o para mi desgracia
mis amigas me animaron. “No pierdes nada por conocerlo. Además, vamos contigo
así que no vas a estar sola. No seas tonta.” Así que siguiendo sus consejos
respondí que si nos acercábamos al centro le avisaría, informándole de nuestra
ubicación actual, por si eran ellos los que se animaban a pasarse.
Respuesta inmediata: “Lo
comento por aquí vale??” seguido de dos caritas guiñándome el ojo y sonriendo.
Yo respondí con un OK.
FIN DE LA HISTORIA. Nunca
supe si lo había comentado. Nunca llegamos a encontrarnos, ni en el centro ni
en las afueras. Nunca recibí respuesta, ni para bien ni para mal. Como dicen en mi tierra: Nunca Máis.
Y digo yo… ¿tanto cuesta
cerrar un tema que ha quedado pendiente? De verdad, os juro que aunque lo
pudiese parecer yo no muerdo a nadie. Soy perfectamente capaz de aceptar que al
final y hablando de este caso concreto Él hubiese
cambiado de idea y se hubiese arrepentido de haber iniciado la conversación.
¡Pero coño! ¡Escribe y dímelo! NO. Lo mejor es dejarlo así, como flotando en un
limbo en donde se quedará eternamente y de donde no saldrá jamás. Y yo debo de
ser rara porque no lo entiendo… Y digo que el problema debe ser mío porque esta
historia me recordó mucho a otra que me sucedió hace algo más de un año, cuando
quedé para ir al cine un sábado y todavía hoy estoy esperando a que me digan
que al final el plan se cae de la agenda y que ni cine, ni palomitas ni leches
en vinagre.
Y podría seguir… y seguir…
y seguir… Pero no tengo ganas de darle más importancia de la que en realidad
tiene (ninguna) así que hasta aquí puedo leer. Lo que más lamento de todo esto,
aparte de sentir cómo este tipo de personas me hacen perder el tiempo, es que
por culpa de experiencias como éstas vendrá uno que merecerá realmente la pena
y se las haré pasar putas hasta que consiga fiarme ligeramente de él. Son las
consecuencias de que haya tanto sapo disfrazado que va por ahí dándoselas de
algo que no es.
Pues bien, esta chica
normal que suscribe ya se ha hartado de tanta patraña y palabrería barata. Esta
chica normal ha decidido que ya basta de bailar al son de otros y ha decidido
crear su propia coreografía. A esta chica normal ya no le tose nadie porque por
fin ha conseguido dejar de vivir la vida de otros y ha decidido vivir la suya
propia.
Aviso
a navegantes: No me busquéis salvo que realmente queráis encontrarme, porque no
voy a estar disponible para prestarme a jueguecitos estúpidos que lo único que
demuestran es una completa inmadurez. Si alguno está dispuesto a perder el
tiempo que lo pierda con alguien que tenga demasiado. A mí mi tiempo no me
sobra, así que lo que quiero es aprovecharlo con gente que realmente merezca la
pena. Todo lo demás es superfluo. Y todo el que me conoce sabe que superficialidades
a mí las justas. He dicho.
Fin
de la cita.
*Anexo a esta historia de mediados de agosto. Semanas más tarde…
Al final sí volví a saber
de él, terminamos quedando y llegamos a vernos las caras. Y a los pocos días,
así como vino, de la manera más insospechada e inesperada, así se fue:
misteriosamente y sin dar más explicaciones, por la puerta de atrás como los
cobardes.
En el fondo no me importa
y a día de hoy incluso le agradezco el favor que me ha hecho. Como comentaba
unas líneas más arriba ya no estoy para tonterías y visto lo visto con él lo
único que iba a hacer era malgastar un tiempo precioso que no estoy dispuesta a
desperdiciar.
Bon Jovi. You Give Love a Bad Name. https://youtu.be/KrZHPOeOxQQ