sábado, 7 de noviembre de 2015

Bienvenido, Iago. Bienhallada, Marietta.

Ayer Montse y Fran fueron papás. Iago llegó al mundo haciéndose bastante el remolón, lo que se tradujo en que para mi Montsiña el día de ayer tuviese cuatro mil horas en vez de las veinticuatro de rigor. Pero como suele suceder en estos casos, a pesar de todo lo mal que se pasa desde que la primera contracción decide que vas a sufrir por ti y por todos tus compañeros hasta que por fin te encuentras cara a cara con el que a partir de ahora se va a convertir en el centro de tu existencia, todo lo malo se olvida, todos los dolores desaparecen como por arte de magia y lo único que queda es la felicidad plena de tener en brazos a ese ser pequeñito, delicado e indefenso que consigue que todos los que lo rodean muestren esa sonrisa boba en la cara.

Iago tiene cara de ángel, por lo que no dudo ni por un momento que al final se convertirá en un diablillo travieso que volverá locos a sus padres a medida que pasen los años. Tiene esa naricilla tan característica de los bebés que tanto me gusta y una expresión tan dulce que es imposible no enamorarse nada más verlo. Y encima me han contado sus papás que es un niño la mar de tranquilo, que sólo llora cuando es estrictamente necesario. Qué más se podría pedir…

¿No os lo he dicho todavía? Iago es mi ahijado. El primero. Podéis imaginaros cómo me siento: soy en estos momentos la madrina más orgullosa de la faz de la tierra. Tengo que leerme un poco el libro de instrucciones de las madrinas porque soy profana en la materia, pero según me han contado se necesitan muchas dosis de amor y toneladas de cariño para llevar a cabo con éxito la faena, y desde que le he visto la carita he notado cómo se despertaban dentro de mí ambos sentimientos de manera desbordante. Espero hacerlo bien. Ganas desde luego no me faltan.

Y lo que son las cosas… Por caprichos del destino éste quiso que ayer además de madrina me convirtiese también en madre. Pero no en madre al uso de la palabra, como lo entendemos todos a día de hoy. Paciencia, ahora me explico, que tal y como me estoy expresando entiendo que os parezca todo totalmente surrealista e incomprensible.

Muchos de vosotros me habréis oído en alguna que otra ocasión nombrar a Marietta. Marietta es un personaje inventado que un día salió de mi cabeza para dejar plasmadas sus aventuras y desventuras en un papel (en realidad fueron aproximadamente 170). Hace unos meses Marietta voló hacia un par de editoriales, esas que acaparan la mayor parte de la producción literaria de este país, y la pobre no tuvo demasiada suerte. El riesgo era alto y ambas sabíamos que la caída podía ser dura, pero había que intentarlo. No pudo ser, así que a la espera de dirigir su rumbo hacia otras un poco más modestas, dormía plácidamente en una esquinita de mi salón.

Ayer Araceli me invitó a cenar a su casa. Según me contó tenía mucha comida que se le iba a estropear y le daba pena tener que tirarla así que me preguntaba, con mucha gracia y salero y evidentemente con otras palabras más sutiles, si no me importaba ampliar unos pocos centímetros más de cintura con el fin de no tener que deshacerse de todos esos manjares. Y como soy una facilona, a las nueve me presenté en su casa. Es oír la palabra GRATIS y me vuelvo loca…

Al final todo resultó ser un engaño. Bueno, no del todo porque comida rica había, pero en realidad la triquiñuela había sido gestada por otra buena causa. Así que cuando entré por la puerta y me topé con Esther, Sara y Sonia, además de con la anfitriona, supe inmediatamente por dónde iban los tiros: Mi cumpleaños fue hace casi dos meses así que el motivo de la reunión no era otro que el de hacerme entrega, con un poco de retraso, de mi regalo. Lo primero que me dieron fue un paquete en donde aparecían escritos quince nombres de las personas más maravillosas que jamás he conocido. Lo abrí y me encontré con un vestido que casualmente Esther y yo habíamos visto hacía un par de semanas cuando fuimos a por el regalo de Araceli. Maravilloso.




Luego pasaron a un paquete más pequeño: un paraguas plegable, instrumento de lo más útil para protegerme cuando llueva. Reminiscencias de mi naturaleza gallega.

Y cuando ya estaba dando besos y agradeciendo los detalles me plantaron dos cajas en el medio del salón. Y ahí la sorpresa ya fue mayúscula. Encima de cada una de ellas había un folio con la carátula que Patri me diseñó para el libro de Marietta y yo no entendía nada… Fue Sara la que se encargó de abrir la caja y cuando al apartar las solapas me encontré de frente con ejemplares y más ejemplares impresos de la historia que meses atrás me había robado horas al sueño me quedé petrificada y sin saber cómo reaccionar.




¿Me entendéis ahora cuando digo que yo también soy madre? Ayudada por unos locos he terminado pariendo, en mi caso sin necesidad de epidural, (lo peor se lo han llevado los que han tenido que dar formato y revisar todo para que se gestase esta maravilla) mi sueño. Y al igual que Montse me siento la madre más orgullosa de este mundo, la que tiene la criatura más guapa y más lista de la faz de la tierra.

Casualidades de la vida: Ayer Montse dio a luz a Iago y yo me encontré cara a cara con Marietta en formato tangible. Iago pesó 3.130 gramos y Marietta vino al mundo en forma de 100 ejemplares de 170 páginas cada uno (peso sin confirmar, pero doy fe de que costaba levantar las cajas del suelo…). Ambas nos sentimos orgullosas de nuestros respectivos churumbeles y eso es algo que nos llena de felicidad.



Y en mi cabeza resuena de manera recurrente la siguiente frase: 6 de noviembre de 2015. Un día perfecto para presentarse ante el mundo. Bienvenido Iago. Bienhallada Marietta.


Michael Bublé. It’s a beautiful day. https://youtu.be/5QYxuGQMCuU