lunes, 18 de noviembre de 2013

Aires nuevos.

Si alguien me preguntase cómo me siento no me pensaría ni un segundo la respuesta: estoy flotando, me encuentro como en una nube. Es una sensación tan extraña, que tenía tan olvidada, que en cuanto me descuido un poco mi cabeza se empeña en recordarme que puede ser la calma que precede a la tempestad. Y ya saben los que me conocen cómo me afectan las tormentas, así que mejor rememos hacia el buen tiempo, que no tengo ganas de volver a caer…

Lo cierto es que me siento tan dichosa estos días que me da hasta miedo. Llevo mucho deseando fervientemente ser feliz, pero ahora que noto cómo revolotean las mariposas dentro de mí me agarroto, al tiempo que las miro con desconfianza y las desafío con esos ojos grandes que he heredado de mis progenitores amenazándolas sin mediar palabra: como me hagáis subir hasta lo más alto para dejarme caer al vacío de nuevo os enteráis. Y me arriesgo a sentir cómo el estómago se empequeñece y el corazón late a millones de pulsaciones por segundo, temiendo el riesgo, sabiendo que la caída puede ser morrocotuda. Pero ¡qué narices! Tic-tac, tic-tac, tic-tac… el reloj del tiempo no se detiene y la vida tampoco, así que al cuerno con los miedos. ¿Que al final las cosas no me salen como estaba previsto? Nunca podré culparme por no haberlo intentado. Y eso ya es mucho en los tiempos que corren.

¿Soy feliz? ¿Lo he conseguido al fin? Es muy pronto para afirmarlo. Demasiado. Pero al menos disfruto de mi nuevo yo. Me ha costado lo mío, que nadie se piense que ha sido un camino fácil. He roto lazos con el pasado que me aprisionaban hasta casi asfixiarme, y al cortar la cuerda que los unía a mí me he elevado hasta lo más alto, y por fin he podido ver las cosas desde otra perspectiva. Ha sido como el punto de inflexión que necesitaba para volver a sentirme viva, yo, sin ayuda de nadie más y con el apoyo de mucha gente.

No soy ninguna cría. El año 2013 me recuerda continuamente que me encuentro en el ecuador de mi vida (siendo un poco optimistas) pero lo cierto es que me siento más joven y viva que nunca. Quiero volver a saltar charcos, reírme con cualquier tontería, disfrutar de cada mínimo detalle como si fuese lo más importante del mundo. Volver a ser, en definitiva, esa niña grande que se esconde en este cuerpo pequeño.

Tengo miedo. Miedo de que esta sensación que me invade me explote en la cara. Y al mismo tiempo me siento ilusionada como hacía tiempo no me sentía. Así que he puesto el miedo en un plato de la balanza y la ilusión en el otro, y… ¿lo adivináis? La ilusión ha debido pasarse este fin de semana de kilos, porque ha ganado por goleada. Así que he decidido apostar por ella y lanzarme a la piscina, comprobando, eso sí, que está llena de agua, que una cosa es tirarse en plancha y otra muy distinta partirse la crisma contra el fondo.

Y como sé que me lo merezco, esta vez sí. Esta vez la que suscribe va a conseguir lo que se ha propuesto:  va a caminar erguida por las calles de Madrid. Lo de ir mirando al suelo lo voy a dejar para otra ocasión. Porque ahora una sonrisa ilumina mi cara.




¡¡¡Y cómo brilla la condenada!!!



Bon Jovi. It’s my life. http://youtu.be/vx2u5uUu3DE






domingo, 3 de noviembre de 2013

Va por vosotros.



Me rodean por todas partes, lo sé. Siento su aliento en mi nuca pero no tengo miedo. Sé que nunca podrían hacerme daño y por ese motivo camino erguida, con paso firme y sin volver la cabeza. 

Cuando tengo un problema sólo tengo que pronunciar su nombre y aparecen, de la nada y sin pedir ningún tipo de explicación. 

Y me hablan, con esa voz cálida y envolvente que me calma y adormece, convirtiendo lo que hasta hacía un momento era un obstáculo insalvable en un camino libre de trampas. 

Y me cuidan como nadie, mimándome cuando hace falta pero tirándome de las orejas también, porque una a veces es demasiado traviesa y necesita recibir una reprimenda de vez en cuando. 

Y me consuelan. Son únicos haciéndolo. Me regalan su pañuelo para que derrame mis lágrimas en él. Y cuando el pañuelo no basta, sólo tengo que apoyar mi cabeza en su hombro y la paz vuelve a mi ser.

Y se alegran cuando soy feliz. Porque si yo soy feliz ellos son felices conmigo. Y entonces todo se convierte en fiesta y la fiesta dura hasta el infinito. 

No es por presumir, pero me he rodeado de los mejores. Son grandes, inmensos… y los tengo todos para mí. El vínculo que se crea cuando te topas con uno de ellos es mutuo y para siempre. Todos y cada uno saben que pueden contar conmigo cuando me necesiten, porque allí estaré, procurando no fallarles nunca. 

Y si alguna vez no he estado a la altura en el pasado, pido humildemente perdón.


A mis amigos. Los de verdad. Gracias por estar ahí.




The Rembrandts. I’ll be there for you. http://youtu.be/nzQWmAwNNCw


 

viernes, 1 de noviembre de 2013

Introducción a mi vida.



Sentir… Demostrar… Dar… No recibir… Sufrir… Morir… Volver a vivir para sentir… Demostar… Dar… No recibir… Sufrir… Morir… Y así hasta el infinito. Welcome to my life. Bienvenidos a mi vida. El circo más grande jamás contado. La comedia del momento. La película de terror que me ha tocado protagonizar.

¿Que quién soy y por qué comienzo reflexionando de esa manera? Bufff… pregunta difícil con imposible respuesta. Supongo que soy, como cualquier ser humano, alguien que lo único que pretende llevarse de este mundo es un baúl con recuerdos y vivencias que hayan hecho que su trayecto a lo largo de este viaje llamado vida haya merecido la pena.

¿Cuál es mi mayor virtud/defecto? Soy muy sensible, demasiado. Lo doy todo y espero de los demás la misma respuesta. Craso error. Hay quien piensa que esa sensibilidad es buena porque me permite vivir cada momento de una manera muy intensa, bonita. Pero muchas veces me pregunto si merece la pena entregarse tanto, porque al final la vida te lanza una pedrada en cuanto menos te lo esperas y todo tu mundo se viene abajo de nuevo. Y al final la que termina sufriendo eres tú, no la vida. Tiene narices.

Llevo mucho tiempo intentando conocerme de verdad, mirar en mi interior e intentar aprender  a vivir conmigo, con mis defectos y virtudes. Nunca imaginé que sería un camino tan duro y tortuoso pero lo que me anima a seguir es el hecho de que soy consciente de que el día que vea por fin la luz al final del túnel olvidaré todas las dificultades pasadas, dejaré atrás todos esos lastres en forma de personas, historias, momentos y situaciones que ahora me ahogan y me lanzaré al vacío sin paracaídas, para sentir cómo la brisa de la felicidad golpea mi cara.

Pero mientras ese momento no llega seguiré intentando conocerme y tolerarme, que es lo mismo que decir que tengo que aprender a hacer un puzle de infinito número de piezas con los ojos cerrados. 


Si al menos viniese con libro de instrucciones… Me refiero a mí, no al puzle.


 Pachelbel: Canon. http://youtu.be/oDvtJlmIJgc