Me rodean por todas partes, lo sé. Siento su aliento en mi nuca pero no tengo
miedo. Sé que nunca podrían hacerme daño y por ese motivo camino erguida, con
paso firme y sin volver la cabeza.
Cuando tengo un problema sólo tengo que pronunciar su nombre y aparecen, de la nada y sin pedir ningún tipo de explicación.
Y me hablan, con esa voz cálida y envolvente que me calma y adormece, convirtiendo lo que hasta hacía un momento era un obstáculo insalvable en un camino libre de trampas.
Y me cuidan como nadie, mimándome cuando hace falta pero tirándome de las orejas también, porque una a veces es demasiado traviesa y necesita recibir una reprimenda de vez en cuando.
Y me consuelan. Son únicos haciéndolo. Me regalan su pañuelo para que derrame mis lágrimas en él. Y cuando el pañuelo no basta, sólo tengo que apoyar mi cabeza en su hombro y la paz vuelve a mi ser.
Y se alegran cuando soy feliz. Porque si yo soy feliz ellos son felices conmigo. Y entonces todo se convierte en fiesta y la fiesta dura hasta el infinito.
No es por presumir, pero me he rodeado de los mejores. Son grandes, inmensos… y los tengo todos para mí. El vínculo que se crea cuando te topas con uno de ellos es mutuo y para siempre. Todos y cada uno saben que pueden contar conmigo cuando me necesiten, porque allí estaré, procurando no fallarles nunca.
Y si alguna vez no he estado a la altura en el pasado, pido humildemente perdón.
Cuando tengo un problema sólo tengo que pronunciar su nombre y aparecen, de la nada y sin pedir ningún tipo de explicación.
Y me hablan, con esa voz cálida y envolvente que me calma y adormece, convirtiendo lo que hasta hacía un momento era un obstáculo insalvable en un camino libre de trampas.
Y me cuidan como nadie, mimándome cuando hace falta pero tirándome de las orejas también, porque una a veces es demasiado traviesa y necesita recibir una reprimenda de vez en cuando.
Y me consuelan. Son únicos haciéndolo. Me regalan su pañuelo para que derrame mis lágrimas en él. Y cuando el pañuelo no basta, sólo tengo que apoyar mi cabeza en su hombro y la paz vuelve a mi ser.
Y se alegran cuando soy feliz. Porque si yo soy feliz ellos son felices conmigo. Y entonces todo se convierte en fiesta y la fiesta dura hasta el infinito.
No es por presumir, pero me he rodeado de los mejores. Son grandes, inmensos… y los tengo todos para mí. El vínculo que se crea cuando te topas con uno de ellos es mutuo y para siempre. Todos y cada uno saben que pueden contar conmigo cuando me necesiten, porque allí estaré, procurando no fallarles nunca.
Y si alguna vez no he estado a la altura en el pasado, pido humildemente perdón.
A mis amigos. Los de verdad. Gracias por estar ahí.
The Rembrandts. I’ll be there for you. http://youtu.be/nzQWmAwNNCw
Precioso!!
ResponderEliminarVaya suerte tienen tus amigos!!
¡¡Y yo!!
ResponderEliminar:-D