Como quien no quiere la
cosa un año más aquí estoy, de nuevo en capilla… y yo con estos pelos. Dicho lo cual, lo más
apropiado para continuar con mi historia es que ahora añada esa frase tan
manida que versa si parece que fue ayer,
coletilla resultona que complementa perfectamente lo expresado anteriormente añadiéndole
además un halo de misterio al asunto.
A quién pretendo engañar: Por
más empeño que ponga y más entonación que le dé a la susodicha expresión cuando
la pronuncio en voz alta, no tengo más remedio que rendirme a la evidencia y
asumir que efectivamente y sin que me hubiese dado apenas cuenta ya he
consumido mis 365 días disponibles (hay que recordar que este año fue bisiesto)
como si de mi tarifa de datos de móvil se tratase, y vuelvo a encontrarme a las
puertas del día 10 de septiembre, a puntito de añadir un año más a mi cada vez
más extensa colección.
Al menos en esta ocasión
el evento tendrá lugar en fin de semana y esto me permite celebrarlo de una
manera más festiva y a lo grande, hacerlo hasta que el cuerpo aguante sin tener
que preocuparme por contener mis ganas de lanzar el despertador por los aires a
la mañana siguiente porque sé que no va a sonar. Claro que a estas alturas de
mi vida “hasta que el cuerpo aguante” es más que probable que no sea sinónimo
de trasnochar hasta las mil ya que el cuerpo aguanta lo que aguanta, pero si a
algo estoy decidida es a pasármelo lo mejor que pueda y si al final consigo
retrasar mi vuelta a casa hasta las cuatro de la mañana (ay hija, qué ilusa eres…)
no terminaré por regresar a las tres y cincuenta y nueve.
Podría deciros que comienzo
a notar algo distinto en mí como preludio a “mi gran día”, pero mentiría de
pleno. Y yo no suelo ser dada a mentir. Una nariz de Pinocho quedaría muy
desproporcionada con respecto al resto de mi cara y ya me llega con cumplir
años como para tener que asumir además un cambio estético de tamaña envergadura
de la noche a la mañana. Lo que sí os puedo asegurar es que me siento feliz,
más si cabe que hace unos meses, y ese es el mejor regalo que me podía hacer a
mí misma. Os confieso además que sigo sin ser consciente de los años que en
breve llevaré a mis espaldas porque ciertamente me siento más joven, tanto
física como mentalmente, que hace diez años. A veces ya no sé si me encuentro
bajo el influjo de Benjamin Button y eso hace que vaya rejuveneciendo con los
años, o de Peter Pan, y lo único que me pasa es que me niego a crecer. Como en
ambos casos el efecto que consiguen es positivo para mí, me pido ser Peter Pan.
Siempre me ha hecho más ilusión poder volar sin necesidad de tener alas.
Es increíble lo rápido que
pasa el tiempo. Todavía recuerdo cuando era una enana y la sensación que tenía
al respecto era exactamente la contraria. La época en la que los segundos
parecían minutos, los minutos transcurrían como horas y las horas se tornaban
días hace ya mucho que ha quedado atrás. Ahora no puedo evitar mostrar mi sorpresa
cada vez que soy consciente de que eso que
en mi cabeza sucedió ayer tuvo lugar en realidad en otro tiempo mucho más
lejano. Y yo, por más que ahora intento detener el reloj no lo consigo, no soy
capaz de evitar que los días se tornen en horas, las horas transcurran como
minutos y los minutos parezcan segundos.
Como siempre sucede, el
caso es no estar nunca conformes con lo que tenemos. No nos damos cuenta de que
el tiempo que perdemos quejándonos por lo vertiginoso que discurre todo es
tiempo que nunca vuelve. Porque habrá más 10 de septiembres, volverá el reloj a
dar las doce y tendremos encima otro verano, pero lo vivido en el momento
actual nunca será igual. Mejor o peor tal vez, pero igual jamás.
Mañana me voy de cenita
con las niñas a una terraza que personalmente me encanta y en la que además de comer
bastante bien no sientes cómo se te clavan uno a uno los sables en el cuerpo cuando te
entregan la cuenta. Y una vez terminada la cena pasaremos a la zona de copeteo
en el mismo local, con los tejados de Madrid como telón de fondo, y me tomaré
una a mi salud. O dos… que últimamente estoy de un desatado que doy miedo.
No
se cumplen años todos los días, así que ya que ahora es mi turno tengo ganas de
celebrarlo como la ocasión merece. Si el domingo estoy para el arrastre me
sentiré satisfecha. Habrá significado que al final conseguí lo que me proponía:
Tachar en el calendario el primero de los siguientes 365 días con el sincero
convencimiento de que de ahora en adelante me espera solo lo mejor.
Porque
yo lo valgo.
Sidonie:
Carreteras Infinitas. https://youtu.be/i1mUrIO7vHA