Es
muy fácil escribir cuando lo que se dice se siente de verdad. Así
respondía a un comentario alusivo a unas palabras que dediqué a una de mis
amigas del alma con motivo de su cumpleaños. Me pasa siempre: casi sin esfuerzo
las palabras comienzan a fluir y lo que comienza siendo un texto sin
importancia termina por convertirse en toda una declaración de intenciones. Relacionar
mi manera de expresarme con la sensibilidad que me invade es tan cierto, al
menos para mí, como lo es el respirar para poder seguir viviendo.
Nunca
me he avergonzado por ser capaz de expresar mis sentimientos. ¿Por qué habría
de hacerlo? Es imposible pretender ocultar un rasgo que caracteriza de una
manera casi insultante a una persona, en este caso a mí. A diferencia de los
animales los seres humanos tenemos la capacidad de poder decir lo que en cada momento
consideramos oportuno para luego, ya si eso, arrepentirnos de nuestras acciones.
O no, que en esta vida nunca se sabe. Entonces… ¿por qué a veces nos cuesta
tanto desnudarnos, metafóricamente hablando, ante el resto del mundo?
En
múltiples ocasiones me han comentado que soy demasiado sentimental, que le doy
un toque un tanto melodramático a la forma que tengo de actuar, que a veces
puedo empalagar más que una tarta de merengue. He de reconocer que alguna que
otra vez he intentado cambiar y blindarme ante los demás. Lo siento, es
inevitable: cuanto más procuro dejar de ser yo, más me convierto en mí misma.
No
tengo ningún inconveniente en demostrar cariño hacia aquellos a los que quiero.
No me avergüenzo de tener la sensibilidad a flor de piel y llorar cuando veo
algo que me enternece. Prefiero mil veces eso a parecer una persona sin
sentimientos. No me gustan las personas que van de frías y calculadoras. Puede
que de esa manera consigan tener bien firmes las riendas de su vida pero estoy
convencida de que no disfrutan de lo que les pasa ni la mitad de lo que lo
haría yo en su situación.
Claro
que me he llevado mil decepciones por ser así. Por supuesto que me han dado
hasta en el carnet de conducir. Mentiría si dijese que no he sufrido por
mostrarme tal y como soy. Pero con todo y con eso no me arrepiento de exponerme
ante los demás de una manera casi suicida. En el fondo pienso que ellos se lo
pierden, no yo. A mí jamás nadie me podrá echar en cara que no he pretendido
vivir la vida que he querido, aún en el supuesto de que la partida de ajedrez
no termine todo lo bien que debiera.
Es
maravilloso y liberador poder decir sin miedo a la vergüenza lo que se le pasa
a uno por la cabeza, sobre todo si lo que se le pasa a uno por la cabeza son
cosas que se dicen directamente desde el corazón. Y por eso me llena de orgullo
y satisfacción recibir comentarios llenos de cariño cuando dedico palabras de ídem
a aquellas personas a las que adoro. Hoy era la ocasión perfecta para hacerlo
porque una de mis mejores y más queridas amigas celebra su cumpleaños. Llevamos
juntas casi veinte años y todavía parece que fue ayer cuando coincidimos por
primera vez. Somos muy diferentes en muchas cosas, pero creo que por ese mismo
motivo nos compenetramos de una manera casi perfecta. Ella es el desorden
personificado y yo necesito centrar la tele con respecto al sofá. Ella es una
marmota reconocida y yo me despierto al alba. Ella puede pasarse en pie hasta
altas horas de la madrugada y yo me acuesto casi con las gallinas. Ella no
consigue llegar a tiempo a casi ningún sitio y yo parezco el conejo de Alicia
en el País de las Maravillas corriendo para no ser nunca impuntual… Pero sobre
todas esas cosas ella es una persona que siempre ha sabido estar para mí cuando
la he necesitado y por ese mismo motivo todo lo que a priori podría separarnos
al final no puede con el motivo principal que nos une: un cariño mutuo que
continúa intacto con el paso de los años.
No
reproduciré aquí las palabras que le he dedicado pero puedo aseguraros que
todas y cada una de ellas expresaban de manera exacta lo que siento, reflejaban
fielmente cómo valoro la amistad que nos une, explicaban sin tapujos cuán
grande es el cariño que le tengo y lo mucho que agradezco que forme parte de mi
vida.
Por ser como soy escribo como escribo.
Sólo de esa manera podría plasmar con palabras lo que orgulloso me dicta el
corazón. Y a quien no le guste que no mire… o en este caso que no me lea.
Amaral: Marta, Sebas,
Guille y los demás. https://youtu.be/Z7XOWwY7pa0
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