jueves, 20 de octubre de 2016

Pensamientos ilustrados.

Qué queréis que os diga… resulta que hace ya algún tiempo que yo también me he apuntado a la moda de crear una pequeña historia a partir de una fotografía, y puesto que últimamente mi cerebro se encuentra inspiradamente pobre he decidido recopilar y compartir alguna de ellas con vosotros, incluyendo la instantánea que me sirvió de “inspiración”, y de esta manera darle tiempo al coco a recuperar la imaginación que me permita contaros cuentos más extensos.

Si escribir ya de por sí me parece complicado en ocasiones, reflejar en tan solo un par de líneas todo un universo de sensaciones es ya lo más para mí, teniendo en cuenta que me enrollo más que una persiana cada vez que me pongo a hablar y lo de resumir como que lo llevo un poco mal.

Y como lo bueno si breve, dos veces bueno (además de breve evidentemente), aquí os dejo mis elucubraciones, ahora en versión mini:


Hasta el infinito y más allá.

Vuela.

Hazlo tan alto como lo hacen mis sueños. Tan lejos como se encuentran mis ilusiones. Tan rápido como se mueven mis deseos.

Y una vez llegues, explota en mil pedazos y envuelve con cada uno de tus trozos mis ganas de ser feliz de tal manera que sea incapaz de soltarme y me resulte imposible volver a caer hasta ese horrible lugar en el que hace ya tiempo he enterrado todos mis desencantos.


Un pequeño oasis entre el asfalto.

El domingo, después de haber comenzado la tarde en plan cultureta visitando con las niñas un par de exposiciones en el Caixaforum para continuar con un rato agradable de risas y terraceo que se alargó hasta más de las diez de la noche, decidí aprovechar la buena temperatura que se respiraba en el ambiente y volver a casa dando un "pequeño" paseo de más de una hora.
Delante del Ministerio de Agricultura, a la altura de Atocha, iba yo dándole vueltas a algo que me había pasado esa misma tarde, un tanto surrealista como casi todo lo que me sucede últimamente y que como casi todo lo que me sucede últimamente tiene como protagonista a alguien del sexo opuesto. Y es que cuando creo que ya no pueden conseguir superarse me sorprenden una vez más, y no precisamente para bien. Desde que ya no espero nada respecto a este tema, lo cierto es que a pesar de las "raras" experiencias al menos vivo la mar de tranquila.
Vuelvo al tema, que me lío y me disperso... Como iba diciendo... Llegaba a la altura de Atocha cuando vi algo que me sacó de mi ensimismamiento, algo que hizo que volviese de mi mundo de preguntas sin respuesta y que consiguió que durante unos minutos toda mi atención se centrase en cómo inventarme el mejor enfoque para conseguir reflejar en una imagen fija toda la paz y la serenidad transmitida a partir del suave movimiento de lo que tenía delante de mí.
Al final conseguí esta delicada instantánea de la cual me siento muy satisfecha.
Fue como descubrir un pequeño oasis en medio de la ciudad. Y como este pequeño remanso de calma casi oculto entre el caos de coches que a esas horas circulaban a apenas unos metros de distancia me transmitió tan buen rollo, me apetecía compartirlo con vosotros, con el deseo de que despierte en vosotros esa misma paz interior que sentí yo nada más verlo.

Acércate y verás.
No importa el color con el que pintes tu sonrisa, ya que en el fondo lo que cuenta es la acción de sonreír.
Y permite que sean otros los que decidan si hoy la visten de rosa inocente, la disfrazan de rojo pasión o la prefieren desnuda para que se muestre ante el mundo tal y como lo que es: un gesto apenas imperceptible capaz de hacer temblar la Tierra y derretir hasta el mismísimo Polo Norte si se lo propusiese.
Conociendo su poder, pregúntate qué no haría contigo si te tuviese enfrente...




¿Retroceder? Ni para tomar impulso.


"No soy lo que me ha pasado, soy lo que decido ser", una frase de Carl Jung en plan "tú sí que vales" que me ha hecho pararme a reflexionar.

No por nada, sino por todo. Porque leyéndola me recordaba a mí misma y a todo lo que erróneamente llegué a pensar sobre lo que podría y no podría llegar a alcanzar en mi vida. Si algo he aprendido es que el camino se recorre andando y que el pasado es solo eso, pasado.

Estancarse. Decidir no decidir por miedo a lo desconocido es sinónimo de no vivir, o al menos de no vivir la vida que a cada uno le gustaría.

Decidir. Tomar las riendas, volar hacia lo más alto, ser quien realmente quieres ser. Algo que parece tan sencillo pero que a veces puede llegar a ser tan complicado... 

Es tu turno. Tú eliges si prefieres no arriesgarte o si por el contrario te lanzas al vacío rumbo a lo desconocido y le sacas todo el jugo posible a esto que llaman vida.

Yo llegado el caso también tuve que tomar esa decisión, y ahora mis pasos me guían hacia lugares, situaciones y momentos imprevisibles y extraños, desconocidos y misteriosos, emocionantes y sorprendentes que hacen cada día de mí lo que soy: alguien que VIVE.


Porque sí.


Porque hoy me siento con ganas de saltar y soltarme la melena. Porque hoy resume la certeza de que seguimos por aquí dando la nota y la lata. Porque hoy precede a la incertidumbre del mañana y sucede al recuerdo del ayer. Porque hoy es hoy. 

Y mañana...mañana lo que tenga que ser será.




Piensa lo que quieras.
No intentes adivinar lo que se me pasa por la cabeza.
O hazlo. Eres libre de intentarlo e imaginar que la tengo llena de pájaros que vuelan libres y anidan en ella a su antojo. O pensar que está repleta de decisiones importantes que me quitan el sueño cada noche. Pudiera ser que la imagines llena de ilusiones imposibles. O tal vez de fracasos estrepitosos.
Imagina lo que quieras. Yo no diré nada. No quiero quitarte la ilusión de creer que me conoces de verdad, lo suficiente como para deducir por tan solo un gesto, por una cuidada expresión, por una profunda mirada, todo aquello que ocupa mi mente.
Permíteme solo un consejo: recuerda que en más ocasiones de las deseadas las apariencias engañan y que es peligroso juzgar un libro solo por su portada. Recuerda que no siempre una sonrisa es sinónimo de alegría ni una cara seria implica un problema, que jugar al despiste es muy propio del ser humano y a mí, como ser humano que soy, me encanta jugar...

Vergüenza.


Un año más se conmemora el aniversario de la liberación de Auschwitz.

Jamás seré capaz de imaginar el sufrimiento que esconde cada centímetro del recinto, pero sí puedo hablar de la enorme angustia y desazón que me invadió nada más atravesar el portón sobre el que aparece la tristemente famosa frase "el trabajo nos hace libres".

Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que esa fue la visita más dura que haya hecho jamás a ningún lugar, pero a la vez creo que era parada obligada.

Paseando por el recinto uno se da cuenta de la crueldad que podemos llegar a tener con las personas escudándonos en defender unas ideas, lo infames que podemos llegar a ser ante la incapacidad de respetar al diferente, lo patéticos que nos volvemos al imaginarnos con la verdad absoluta.

Ojalá jamás se repita algo tan horrible, aunque visto lo visto me temo que ese deseo cuelga de hilos demasiado finos.

Al fin y al cabo el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Yo hasta me atrevería a decir que más de dos.

¿Tengo fe en la humanidad? A veces me cuesta pensar que es así.


Puro teatro. 

La vida es un carnaval y como tal hay que aprender a tomársela. Si uno no lo hace de esa manera corre el riesgo de vivir amargado eternamente y, seamos sinceros, en los tiempos que corren eso implicaría desperdiciar el poco o mucho tiempo que nos queda por estos lares, asunto que la que suscribe no está dispuesta a aceptar.

En absoluto pretendo engañar a nadie diciendo que sea tarea fácil, pero desde luego una vez que uno consigue aplicar esa filosofía a su vida todo se disfruta más intensamente.

Y si en algún momento vemos que nos flaquean las fuerzas siempre podemos enfundarnos en unas ropas que no son las nuestras y con la cabeza bien alta salir a la calle con la intención de comernos el mundo. O lo que es lo mismo: hacer como que es carnaval incluso aunque estemos en pleno agosto.



Encrucijada. 

Hace ya algún tiempo que decidí tomar las riendas de mi vida. Que se acabó lo de anteponer los demás a mí. Con excepciones, por supuesto, porque para eso existen personas intocables a mi alrededor, pero la marioneta que en un momento sé que fui cogió unas tijeras y cortó la cuerda que la ataba a todo lo negativo que la rodeaba.

Así que ahora yo dirijo mi vida. Ahora soy yo la que decide si se queda o se va, la que elije entre blanco o negro, la que escoge girar a izquierda o a derecha. Con más o menos acierto voy seleccionando las diversas alternativas que se presentan ante mí y al final yo soy la única responsable de mis acciones. 

Como debe ser. Como debería haber sido. Como en un tiempo no fue.



Te echo de menos.

El 90% del tiempo de verdad que lo consigo, pero en estos momentos me invade sin remedio ese 10% en el que no te imaginas cuánto echo de menos nuestras eternas conversaciones sobre todo y sobre nada, añoro tu ironía mordaz y tu facilidad para sacarme de quicio cada vez que me pinchabas cuando "discutíamos" sobre política. Ya nadie me llama piji-flauta, ni bonita ni bichillo... Ni te imaginas cuánto echo en falta tu compañía y tu facilidad para arrancarme una sonrisa.

Y si soy fuerte y me atrevo a confesarme es porque sé que jamás me leerás ni sabrás cuánto me dueles...

El 90% del tiempo soy capaz de mantener a raya cualquier signo de debilidad en mí. Es ese 10% el que en ocasiones me hace flaquear. 

Vista al frente, cabeza alta y sonrisa en la cara. He aprendido la lección y juro que la llevo a la práctica en mi día a día para poder continuar viviendo con más o menos paz. Es solo que a veces, solo a veces, recuerdo cosas que tal vez debería enterrar en lo más profundo de mi memoria.

Tiempo... Todo es cuestión de tiempo. Cuando quiera darme cuenta se me habrá pasado, en eso confío y por eso tengo fe. Pero por ahora... Por ahora lo único que me queda es lidiar con ese 10% de la mejor manera que pueda. Y si para conseguirlo tengo que flaquear no me avergonzaré de mis lágrimas y dejaré que rueden por mis mejillas mientras termino de torturarme escuchando canciones decadentes.

Al fin y al cabo todo es pasajero y, para bien o para mal, nada dura eternamente.

Para muestra un botón...


 Rumbo a la felicidad.

La vida consiste en luchar cada día por conseguir todo aquello que deseamos o, en su defecto, morir cual valientes en el intento.

El día a día se construye pasito a paso, que los atajos siempre se muestran muy atractivos ante nosotros pero al final se pueden convertir en laberintos de los que es imposible salir.

Cada uno tiene el derecho y la obligación de elegir cómo quiere vivir y como consecuencia de ello es también responsable de todos y cada uno de sus actos.

Por ese mismo motivo si uno no está contento con lo que tiene lo que debe hacer no es vagar como alma en pena por las esquinas sino levantarse del suelo y tener la valentía de decidir cambiar su ruta.

El mundo está lleno de osados que no se resignan nunca, que pelean con fiereza por sus sueños y que no cejarán en su empeño hasta conseguirlos.

Bravo por todos esos valientes que deciden levantarse cada día con ganas de mirar hacia adelante porque saben que de nada sirve echar la vista atrás y mirar de reojo al retrovisor. Saben que por más que pidan mil deseos a las estrellas, el pasado jamás vuelve.

Todos a nuestra manera somos héroes que se levantan después de cada tropiezo y siguen haciéndole frente a la vida aun cuando ésta se comporte de la manera más cruenta, riéndose a carcajada limpia cada vez que nos ve en el suelo.

Nadie dijo que fuese fácil, pero también os digo que al final tanto esfuerzo tendrá su recompensa.

Y entonces.... Entonces todo ese sufrimiento habrá merecido la pena.


Domingos que son domingos.

Echaba de menos un domingo tranquilo. Uno de esos en los que me permito remolonear un rato en la cama ya que las prisas se han quedado a un lado. Uno de esos en los que dejo que mi mente vuele más allá del infinito y se quede pensando en la nada más absoluta.

Echaba de menos un domingo perezoso. Uno de esos en los que las obligaciones se quedan a un lado y puedo dedicarme a hacer lo que me apetezca. En los que un buen libro recupera su importancia perdida en días más ajetreados. En los que la música lo envuelve todo, complementando a la perfección mi amor por la lectura. 

Echaba de menos un domingo reparador. Uno de esos en los que la llave seguirá echada con doble vuelta y sin visos de ser girada en lo que dure la jornada. En los que pasearé por la casa vestida con cualquier cosa porque, y salvo catástrofe imprevisible, no tendré la necesidad de preguntarme qué me pongo ya que no tengo la más mínima intención de abandonar estas cuatro paredes en lo que queda de día.

Echaba de menos un domingo como los de antes. Uno de esos necesarios para recargar las pilas que me ayuden a afrontar la semana con fuerzas renovadas después de unos días locos repletos de situaciones impredecibles.

Madrid, no me esperes hoy. Hoy por fin tengo ante mí un domingo tranquilo, perezoso y reparador. Hoy por fin puedo borrar la expresión "dejar de echar de menos" de mi lista de tareas pendientes y anotar en ella nuevos retos a alcanzar.


Porque éste sí, éste es un domingo como los de antes.


Deseo.

“¡No te muerdas las uñas!” me recriminan mientras acompañan sus palabras con una dura mirada de reprobación.
“Ya me gustaría no tener que hacerlo”, pienso para mí. “Ojalá tuviese cerca un cuello al que poder hincarle el diente y de esta manera no tener que conformarme con una simple uña”.





...Continuará...

6 comentarios:

  1. Eres genial!! Me encanta todo lo que haces y te seguiré siempre! Soy tu superfan!

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    1. Que me diga eso una it-girl como tú me parece todo un piropo.
      Tú sí que molas!

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  2. Cómo me gustaría poder complementar mis imágenes con palabras tan bien como tú...y sin miedo. Valiente!! Artista!! Te adoro....

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    1. Si tú supieras lo que te adoro yo a ti...
      Y para artista, tú!!!! Mil besos, bombón.

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  3. Chica, que bien escribes!

    Garbanzo

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    1. Jajaja. Muchas gracias!
      Ya sabes.... se hace lo q se puede... :-)
      Besotes

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