lunes, 24 de febrero de 2014

Un febrero de idas y venidas.

Esta mañana me recordaron que llevaba ya tiempo sin escribir. Me lo dijo alguien que ha llegado tarde a mi locura y ahora se está poniendo al día. “Me quedan como dos o tres entradas por leer. Así que ya estás añadiendo más que me quedo sin lectura en el metro” ¡¡¡Adoro a este niño!!!

Y claro, me he puesto a ver cuándo había sido la última vez que había escrito y me he dado cuenta de que desde principios de febrero he dejado este experimento un poco de lado. A veces pienso que me he quedado sin imaginación, sin nada más que añadir… podría ser la disculpa perfecta para justificar tanta dejadez, ¡¡¡pero es que menudo mes llevo!!! Es como si todo el mundo se hubiese puesto de acuerdo en pasarse por Madrid estos días, y las visitas se han ido sucediendo sin que me diese cuenta de que el tiempo sigue su curso, sin importarle lo ocupada que puedas llegar a estar.

A principios de mes vino mi amiga Eva unos días. No nos veíamos desde las Navidades, y aprovechando que tenía un curso en Bruselas, a la vuelta hizo parada y de paso me trajo bombones de chocolate belga… Imposible resistirse a no dejarla quedarse en casa. Esta gente sabe perfectamente cómo pagarse la estancia. Gente como ella sabe cómo ganarme… me conoce como si me hubiese parido. En este caso es toda una ventaja para mí; en otras ocasiones mi perdición.

Despedía a Eva un lunes a las cinco y media de la mañana y a las tres de la tarde de ese mismo día estaba recogiendo a Tere en Chamartín. Aprovechando que su hermana estaba de mudanza se dejó caer por aquí. Fueron días de paseos por Madrid, visitas al Ikea, momentos en los que ejercimos de decoradoras y terminamos de montadoras de muebles que no tienen nada que envidiar a los expertos de Bricomanía. Valemos tanto para un roto como para un descosido. Por un módico precio somos capaces de redistribuiros el salón y organizaros la cocina para que os quede la casa como las que aparecen en las fotos de las revistas. Pensaos el negocio.

Gracias a Tere, tanto Cris como yo, que ya llevamos lo nuestro en Madrid, descubrimos sitios nuevos de esta ciudad que ni siquiera sabíamos que existían, y tuvimos que bajar la cabeza ante tanta ignorancia por nuestra parte… ¡¡¡que tenga que venir una “de provincias” a enseñarnos a las de la capital…!!! Sin palabras.

Despedí con pena a mi querida amiga un domingo después de comer y el viernes siguiente volvía de excursión a Chamartín, esta vez para recoger a las personas más importantes de mi vida: Dolores y Ramón venían a ver a su niña, cargados de sonrisas, besos, abrazos y sobre todo de viandas varias entre las que se encuentran cinco pulpos lustrosos que estoy segura harán las delicias de aquellos que los prueben. Siempre y cuando la cocinera (yo) no pierda la mano que tiene y consiga salir airosa de la tarea de prepararlo como lo haría la gallega más auténtica del mundo.

Con mis padres vinieron mis tíos. Los cuatro son compañeros inseparables de viaje y como no podía ser de otra manera, a donde van los unos, los otros les siguen detrás… ¡¡¡y a mí me toca ir a remolque!!! Menudo tute que me han pegado este fin de semana. Han sido unos días de caminatas interminables cuyo fin principal era el de satisfacer la enorme curiosidad por conocerlo todo sin dejarse nada en el camino. Otra vez hemos intentado asistir a un espectáculo y de nuevo ha tenido que quedar para la siguiente ocasión. Así siempre tendrán excusa para volver. Y yo para disfrutar de ellos aunque sea sólo por unos días. Ayer por la noche cuando nos despedimos no pude evitar soltar una lagrimita, como hago siempre. Y mi madre tampoco.

Y hoy he pagado las consecuencias de tanto meneo. Tal vez sea por el agotamiento (inconsciente en su mayor parte) que llevo acumulado durante todo este mes al que le quedan ya tan sólo cuatro días; el caso es que me siento con las defensas bajas. Esta tarde me han comentado que llevaba unos días un tanto rara, que estaba como ida. Y yo sólo puedo en este momento declararme culpable de semejante delito.

Es cierto que toda esta gente maravillosa ha hecho que me sintiese arropada y sin mucho tiempo para darle vueltas a cosas que es mejor tener quietecitas y tranquilas. Pero el mes de febrero tampoco ha sido mi mes, aunque reconozco que al menos ahora estoy poniendo algo de mi parte para intentar mejorar las cosas. Por todo esto anhelo con ganas a que llegue marzo, porque el final del invierno está cerca y dará paso a la primavera. Estación nueva, ilusiones nuevas.

Hoy me quedo con un detalle que ha tenido conmigo uno de mis compañeros de trabajo, el mismo que me reclamaba más lecturas para hacer su viaje en metro más ameno. Hoy él ha sido testigo de mi bajo estado de ánimo y probablemente sin él quererlo ha sido mi confidente. A mí me tocaba trabajar por la tarde así que lo despedí con un “hasta mañana”. Y cuando se marchaba, a medio camino entre mi mesa y la escalera, dio media vuelta como si se hubiese olvidado algo, se acercó a mí y sin mediar más palabra me dio un cariñoso beso en la frente.

Que sepas, niño, que ese gesto tan tierno, espontáneo y sincero me ha acompañado el resto del día. Gracias. Por ser tan maravilloso. Por ser tan auténtico. Nerea tiene muchísima suerte contigo. Espero que sepa valorarte como te mereces. Como espero hacer yo con alguien algún día.



Mientras tanto, el año 2014 sigue su curso, sin prisa pero sin pausa. Febrero ha sido el mes de las visitas, del ajetreo, del no parar. Otro año en el que el día 14 ha sido una fecha más en el calendario. ¿Con qué me sorprenderá marzo? Me siento preparada para descubrirlo.




Rosana: Sin Miedo. http://youtu.be/yuOciTdYCl4 







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