Esta mañana me recordaron
que llevaba ya tiempo sin escribir. Me lo dijo alguien que ha llegado tarde a
mi locura y ahora se está poniendo al día.
“Me quedan como dos o tres entradas por leer. Así que ya estás añadiendo más que me
quedo sin lectura en el metro” ¡¡¡Adoro a este niño!!!
Y claro, me he puesto a
ver cuándo había sido la última vez que había escrito y me he dado cuenta de
que desde principios de febrero he dejado este experimento un poco de lado. A veces
pienso que me he quedado sin imaginación, sin nada más que añadir… podría ser
la disculpa perfecta para justificar tanta dejadez, ¡¡¡pero es que menudo mes
llevo!!! Es como si todo el mundo se hubiese puesto de acuerdo en pasarse por
Madrid estos días, y las visitas se han ido sucediendo sin que me diese cuenta
de que el tiempo sigue su curso, sin importarle lo ocupada que puedas llegar a estar.
A principios de mes vino
mi amiga Eva unos días. No nos veíamos desde las Navidades, y aprovechando que tenía
un curso en Bruselas, a la vuelta hizo parada y de paso me trajo bombones de
chocolate belga… Imposible resistirse a no dejarla quedarse en casa. Esta gente
sabe perfectamente cómo pagarse la estancia. Gente como ella sabe cómo ganarme…
me conoce como si me hubiese parido. En este caso es toda una ventaja para mí;
en otras ocasiones mi perdición.
Despedía a Eva un lunes a
las cinco y media de la mañana y a las tres de la tarde de ese mismo día estaba
recogiendo a Tere en Chamartín. Aprovechando que su hermana estaba de mudanza se
dejó caer por aquí. Fueron días de paseos por Madrid, visitas al Ikea, momentos
en los que ejercimos de decoradoras y terminamos de montadoras de muebles que no tienen nada que envidiar a los expertos de Bricomanía. Valemos tanto para un roto como
para un descosido. Por un módico precio somos capaces de redistribuiros el
salón y organizaros la cocina para que os quede la casa como las que aparecen
en las fotos de las revistas. Pensaos el negocio.
Gracias a Tere, tanto Cris
como yo, que ya llevamos lo nuestro en Madrid, descubrimos sitios nuevos de
esta ciudad que ni siquiera sabíamos que existían, y tuvimos que bajar la
cabeza ante tanta ignorancia por nuestra parte… ¡¡¡que tenga que venir una “de
provincias” a enseñarnos a las de la capital…!!! Sin palabras.
Despedí con pena a mi
querida amiga un domingo después de comer y el viernes siguiente volvía de
excursión a Chamartín, esta vez para recoger a las personas más importantes de
mi vida: Dolores y Ramón venían a ver a su niña, cargados de sonrisas, besos,
abrazos y sobre todo de viandas varias entre las que se encuentran cinco
pulpos lustrosos que estoy segura harán las delicias de aquellos que los
prueben. Siempre y cuando la cocinera (yo) no pierda la mano que tiene y
consiga salir airosa de la tarea de prepararlo como lo haría la gallega más
auténtica del mundo.
Con mis padres vinieron
mis tíos. Los cuatro son compañeros inseparables de viaje y como no podía ser
de otra manera, a donde van los unos, los otros les siguen detrás… ¡¡¡y a mí me
toca ir a remolque!!! Menudo tute que me han pegado este fin de semana. Han
sido unos días de caminatas interminables cuyo fin principal era el de
satisfacer la enorme curiosidad por conocerlo todo sin dejarse nada en el
camino. Otra vez hemos intentado asistir a un espectáculo y de nuevo ha tenido
que quedar para la siguiente ocasión. Así siempre tendrán excusa para volver. Y
yo para disfrutar de ellos aunque sea sólo por unos días. Ayer por la noche
cuando nos despedimos no pude evitar soltar una lagrimita, como hago siempre. Y
mi madre tampoco.
Y hoy he pagado las
consecuencias de tanto meneo. Tal vez sea por el agotamiento (inconsciente en
su mayor parte) que llevo acumulado durante todo este mes al que le quedan ya
tan sólo cuatro días; el caso es que me siento con las defensas bajas. Esta
tarde me han comentado que llevaba unos días un tanto rara, que estaba como
ida. Y yo sólo puedo en este momento declararme culpable de semejante delito.
Es
cierto que toda esta gente maravillosa ha hecho que me sintiese arropada y sin
mucho tiempo para darle vueltas a cosas que es mejor tener quietecitas y
tranquilas. Pero el mes de febrero tampoco
ha sido mi mes, aunque reconozco que al menos ahora estoy poniendo algo de mi
parte para intentar mejorar las cosas. Por todo esto anhelo con ganas a que
llegue marzo, porque el final del invierno está cerca y dará paso a la
primavera. Estación nueva, ilusiones nuevas.
Hoy me quedo con un
detalle que ha tenido conmigo uno de mis compañeros de trabajo, el mismo
que me reclamaba más lecturas para hacer su viaje en metro más ameno. Hoy él ha
sido testigo de mi bajo estado de ánimo y probablemente sin él quererlo ha sido mi confidente. A mí me tocaba trabajar por la tarde así que lo despedí con un “hasta
mañana”. Y cuando se marchaba, a medio camino entre mi mesa y la escalera, dio
media vuelta como si se hubiese olvidado algo, se acercó a mí y sin mediar más
palabra me dio un cariñoso beso en la frente.
Que sepas, niño, que ese
gesto tan tierno, espontáneo y sincero me ha acompañado el resto del día.
Gracias. Por ser tan maravilloso. Por ser tan auténtico. Nerea tiene muchísima
suerte contigo. Espero que sepa valorarte como te mereces. Como espero hacer yo
con alguien algún día.
Mientras tanto, el año
2014 sigue su curso, sin prisa pero sin pausa. Febrero ha sido el mes de las
visitas, del ajetreo, del no parar. Otro año en el que el día 14 ha sido una
fecha más en el calendario. ¿Con qué me sorprenderá marzo? Me siento preparada para descubrirlo.
Rosana: Sin Miedo. http://youtu.be/yuOciTdYCl4
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