domingo, 9 de noviembre de 2014

Hace ya un año...

El primero de noviembre de hace exactamente un año recuerdo que me encontraba en casa, sola y acurrucada bajo una manta y tumbada en el sofá de mi salón sin más fuerza que la que permitía que mis lágrimas continuasen rodando sin descanso por mis mejillas.

Hace poco más de un año, sin previo aviso, me incorporé de repente y siguiendo las instrucciones que vagas retumbaban en mi cabeza encendí el portátil y abrí un documento de Word en blanco.

Hace 373 días exactos y sin que apenas me diese cuenta comencé a aporrear el teclado y en la pantalla fueron surgiendo, palabras primero y párrafos enteros después, que dieron forma a la primera de las confesiones desgarradoras que salían de lo más profundo de mi alma.

Y así, sin habérmelo propuesto de antemano, Confesiones de un alma inquieta vio la luz. No tenía ni idea de cuánto iba a durar semejante experimento, ni siquiera estaba segura de que alguien  más aparte de mí se tomase la molestia y el interés de leer a una pobre desalmada que se creía la persona más desgraciada de este mundo, ya de por sí cruel sin necesidad de añadir motivos externos a la receta.

Aunque ya hayan pasado doce meses desde mi primera reflexión recuerdo ese momento como si hubiese sido ayer. Todavía siento la desazón que me recorría el cuerpo entero, la angustia que oprimía mi pecho hasta dejarme apenas sin respiración. Aún puedo notar cómo mis lágrimas rodaban sin parar por mis mejillas, posándose muchas de ellas entre mis labios y transmitiéndome ese sabor salado que me recordaba sin remedio lo desgraciada que me sentía en aquellos momentos de mi vida.

Mi blog ha cumplido un añito y cada día que pasa se hace un poquito más maduro. Siguiendo los pasos de su creadora, a medida que iban transcurriendo sus meses de vida ha sufrido una transformación que ha ido desde el negro más absoluto hasta el blanco más reluciente.

Siempre he tenido un gran problema que últimamente me recuerda mucha gente: Desde que tengo uso de razón nunca he conseguido valorarme todo lo que debería y eso me ha llevado siempre a estar en un discreto segundo plano. Puede decirse que no tenía grandes ambiciones y que me iba conformando con lo que me llegaba porque en el fondo creía que eso era lo que realmente me merecía. Es verdad que apenas he tenido que renunciar a nada que no me hubiese propuesto, pero es muy probable que si hubiese tenido esa seguridad en mí misma que siempre me he negado mi vida hubiese sido algo diferente a la actual. Y ojo, que no me arrepiento de nada de lo que he hecho, pero siempre me quedaré con la duda de saber cómo se habría escrito mi historia de haberle echado más narices a las cosas.

Sea como fuere, la evolución del blog y la mía propia han sido espectaculares. El folletín periódico que contaba con apenas unas cuantas lecturas ha crecido en número de curiosos que se interesan por todas las locuras simpáticas en unos casos y melodramáticas en otros que la que suscribe decide plasmar por escrito sin periodicidad definida.

Y la menda a la que se ocurren todas y cada una de las batallitas aún manteniendo los mismos 159 cm de altura de hace un año ha crecido en lo que respecta a vida interior, autoestima y tranquilidad unos cuantos metros más.

54 semanas después de que naciese este blog, como si de un parto se tratase por eso del dolor y del llanto, puedo decir con la cabeza bien alta y la voz firme que ya no queda apenas nada de la persona que por aquel entonces era la que escribía y que el hecho de tomar la decisión de haber dado el paso de compartir con vosotros mi experiencia personal me ha descubierto, además de a una persona que jamás creí que existía, la enorme pasión que siento por la escritura, vicio que me libera y relaja y al que recurro cada vez que siento que necesito expresar algo que lucha por salir de mi interior.

Escribir se ha convertido en una droga, y por ello me siento enganchada de manera casi enfermiza al placer de sentarme delante del ordenador y dejar que mis dedos descubran casi sin querer todo lo que mi cabeza centrifuga cual lavadora convirtiendo pensamientos en palabras.

Y como cualquier vicio, éste no me permite soltarme y me hace dependiente, sólo comparable a la necesidad de respirar para poder seguir viviendo.

Hace un año comenzó esta andadura. Hace un año las palabras decidieron acompañar mi camino. Hace un año descubrí a alguien que habitaba en mi interior y al que no tenía el placer de conocer. Hace un año se inició de una manera un tanto tímida la transformación interior que se ha ido produciendo en mí hasta dar forma a lo que ahora soy. Hace un año se gestó un proyecto que terminaría llevándome a escribir un libro y dar vida a Marietta. Hace un año la noche oscura que llevaba acompañándome demasiado tiempo dio lugar al más bello amanecer que hubiese visto jamás. Hace un año descubrí lo importante que escribir es para mí. Hace un año salía a la luz Confesiones de un Alma Inquieta.


… y a diferencia de otras drogas que te consumen y que deseas alejar de tu camino lo antes posible yo sólo pido que ésta me acompañe muchos años más… Y que vosotros estéis ahí para verlo.



Presuntos Implicados. Cómo hemos cambiado.http://youtu.be/6AGnxXFpyMQ


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