domingo, 14 de diciembre de 2014

Reflexiones.

¿No os lo había dicho? Os lo advertí en su momento y ninguno de vosotros pareció tomarme en serio. Y si alguno sí lo hizo, en ningún momento he recibido ningún indicador que me hiciese partícipe de semejante confirmación. En fin, como ya había predicho en su día, el mes de diciembre ha llegado, con frío y lluvia, y sin que apenas nos hayamos recuperado de la ingesta de uvas con la que recibimos al 2014 (en mi caso como sabéis las uvas se transformaron en tacos de queso tetilla que me había traído de casa días antes…). Parece que fue ayer y ya ha pasado casi un año desde entonces.

¿Y qué ha cambiado en este tiempo? A título personal imagino que alguna que otra arruga habrá poblado mi cara sin que yo le haya dado permiso para instalarse. Y eso que he luchado con todas mis fuerzas y unas cuantas cremas de esas que prometen milagros a un coste bastante elevado, por cierto, para que esto no sucediese. Seguro que alguna cana más también ha decidido tintar mi pelo, pero la batalla contra el pelo blanco la gano con más facilidad cada vez que visito a mi peluquera, quien de manera profesional colorea mi pelo de este castaño claro tirando a rubio que hace ya un tiempo me ha transformado en una semi-rubia de adopción.

¿He madurado durante este período? Me he vuelto, como yo digo, un poco más sabia. Pero la ingenua que habita en mi interior se muestra al mundo más a menudo de lo que a lo mejor sería justo y necesario. Eso sí: desconfiada me he vuelto un rato. Y muy largo. No es que me sienta demasiado orgullosa de esta nueva cualidad mía que he añadido a mi catálogo de defectos y virtudes, pero lo cierto es que ya estaba un poco hartita de que me tomasen por tonta (tengo muchos defectos pero ese precisamente es uno que no se encuentra entre ellos, a pesar de que en ocasiones pueda parecerlo) así que prefiero que me tilden de borde a de boba. Siempre y cuando lo de boba no me lo digan con cariño. Si ese es el caso, soy la boba más boba de la faz de la tierra.

¿Cambiaría algo de lo que he hecho durante este año? En alemán hay una palabra perfecta para responder a esta pregunta: Jein y cuyo equivalente en nuestra lengua madre sería algo así como sí y no. Indecisión y vaguedad elevadas a la máxima potencia. Es posible que algunas de las situaciones a las que me he tenido que enfrentar, vistas ahora con perspectiva, las hubiese lidiado de una manera diferente a como lo he hecho, pero como de todo se aprende, sobre todo de los errores cometidos, no cambiaría ni un ápice de todos los días malos que he podido tener a lo largo de estos meses. Estoy convencida de que gracias a ellos no volveré a tropezar en la misma piedra una vez más (me repito: soy humana, no tonta).

¿Propósitos para el año que empieza en breve? Aún ayer me hacían esta pregunta, sencilla a la par que compleja. Como soy bastante reflexiva y me gusta analizar las cosas para proporcionar la respuesta adecuada (que tal vez no la correcta) me puse a pensar durante un par de minutos sobre cuál sería mi meta para los próximos meses. Y vinieron a mi mente un par de opciones bastante razonables que podrían perfectamente contestar a esa pregunta, pero sin duda la RESPUESTA, así con mayúsculas, se resume en lo siguiente: Por nada del mundo permitiré volver a sentirme la última mierda (perdón por el lenguaje, pero no he logrado encontrar otro vocablo capaz de definir exactamente lo que intento explicar) ni consentiré que nada ni nadie me lance la autoestima al precipicio en el que estuvo alojada durante tanto tiempo. Me ha costado demasiado llegar hasta donde ahora me encuentro como para volver a recaer. JAMÁS.

¿Alguien en particular a quien agradecerle que haya aparecido en mi vida a lo largo de este año? SÍ. También con mayúsculas. Efectivamente ha habido alguien al que debo pleitesía y que tiene todo mi respeto, mi admiración y mi gratitud sin lugar a dudas. Enrique apareció en mi vida en el momento justo y supo cómo volver a hacer de mí la persona que ahora soy. En realidad fue una relación buscada, no encontrada por casualidad, pero no por ello tiene menos trascendencia. Todavía sigue conmigo, aunque a medida que pasan las semanas nuestros encuentros son más esporádicos. El día que le diga adiós sé que mis sentimientos estarán encontrados. De la misma manera que sé que a pesar de que dejemos de vernos siempre tendrá un lugar muy especial en mi corazón. Puede que yo para él sea una más. Él para mí es DIOS (¿A que opinas lo mismo, Patri…?)

¿He echado algo en falta? A ver… si respondiese que no estaría mintiendo como una bellaca. Y las mentiras las llevo bastante mal, así que responderé con toda la sinceridad que me sea posible. Sí, he echado en falta a esa personita que me complemente y que ocupe un espacio en mi sofá. Alguien con el que cómplice reírme de las cosas más ridículas e intrascendentes de la vida y afrontar lo que el día a día disponga para nosotros. Ese personajillo que me abrace mientras estoy dormida y con el que compartir todos y cada uno de los pequeños y grandes momentos. Imagino que como todo el mundo, yo también echo de menos sentir ese cariño diferente al que te proporcionan la familia y los amigos. De ese último cariño ciertamente tengo de sobra; mentiría si dijese lo contrario. Todo llega, así que sigo sin perder la esperanza de que esto también lo hará. Probablemente cuando menos me lo espere. Yo procuraré estar atenta por si acaso  a cualquier señal, por minúscula que sea, no vaya a ser que por estar mirando hacia otro lado se me escape.

Madrid está precioso en esta época del año. Todo iluminado por millones de lucecitas que sin poder evitarlo nos recuerdan que la Navidad ya está aquí un año más. Dependiendo de a quién preguntes estas fechas son maravillosas o lo peor de este mundo, pero lo que no se puede negar es que se respira un ambiente diferente en la calle. Cómo no, y siguiendo con la tradición, yo ya tengo el árbol montado en el salón y estoy deseando fervientemente que llegue el día 23 para subirme a mi coche y tomar dirección Pontevedra. Ya saboreo la comida de mamá y tengo ganas de reencontrarme con toda esa gente para la que sé de buena tinta que soy especial. Al igual que lo son ellos para mí.

Este año en particular tengo muchas ganas de volver a la terriña y disfrutar de unos días felices en compañía de los míos. Voy con unas ganas locas de achuchar a mucha gente y de dejarme mimar por ellos. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo. Afortunadamente aquí estamos todos para ver cómo transcurren sin pausa esos segundos que se transforman en minutos para dar paso a las horas que conforman todos y cada uno de los días que componen los doce meses que han transcurrido sin que nos hayamos dado apenas cuenta.




Este año me siento afortunada porque podré tomarme las doce uvas con mi familia y recibiré al año nuevo rodeada de mi gente y no en la soledad de mi salón de Madrid. Ya sólo por eso merece la pena que el tiempo haya transcurrido tan aprisa. Es una lástima que ese intervalo, esos escasos segundos en los que nos concentramos en comer y tragar y no atragantarnos no se puedan ralentizar y así ser capaces de disfrutar más de ese momento. Habrá entonces que saborearlo a tope y con intensidad. 
Así sea.









4 comentarios:

  1. Así sea! Feliz Navidad preciosa

    ResponderEliminar
  2. Igualmente! Felices fiestas. Un besazo.

    ResponderEliminar
  3. Espero verte en unos días, pero aún así, muy FELICES FIESTAS!!

    ResponderEliminar
  4. Gracias cariño!!! Yo tb cuento con felicitároslas en persona.
    Un besazo, guapos

    ResponderEliminar