Hoy es viernes, viernes 13. Siempre
me ha gustado esa confluencia de día de la semana y número del mes. No porque
en algún momento de mi vida me haya pasado algo especialmente importante o
significativo; me atrae sin más. Tal vez el hecho de que venga del país de las
meigas tenga algo que ver con ello. Desde luego siempre me he considerado una
brujilla (que no bruja) buena y revoltosa. Y bien orgullosa que me siento de
ello.
Hoy, advierto, me he puesto a escribir sin
saber muy bien qué contar. Estaba sentada en el sofá de casa después de un día
que ha resultado agotador y me ha invadido una extraña melancolía que no sé muy
bien a dónde me llevará.
No estoy triste por ningún motivo en concreto. De hecho mi vida últimamente está siendo de todo menos aburrida, pero hoy me invade cierta inquietud que no sé muy bien cómo controlar, así que sin apenas darme cuenta he echado mano de mi portátil, abierto la tapa y pulsado el botón
de encendido. Y de pronto apareció ante mí la foto que tengo como fondo de
pantalla en la que estamos Araceli y yo, amigas inseparables desde que nos conocimos
en nuestro primer día de instituto en Pontevedra. Adoro esa foto porque cada vez que la veo me demuestra
que, a pesar de los años transcurridos y de que la distancia nos hubiese
separado durante un tiempo, se crean lazos tan fuertes entre las personas que en
nuestro caso han conseguido que siga existiendo entre nosotras un cariño tan
grande como en aquella época en la que comenzamos a compartir confidencias
mutuas.
Cuántas cosas se esconden detrás
de una simple foto. Tengo una caja enorme llena de recuerdos. De vez en cuando,
en esos momentos en los que el masoquismo me invade, me siento en el suelo (me
encanta sentarme en el suelo), abro esa caja y comienzo a desempolvar el pasado.
Y me reencuentro con gente que de tan joven que se ve en esas imágenes parece
otra diferente a la actual, personas que ya no están aunque vivan para siempre
en la memoria, gente que ha pasado por mi vida y de la que en la actualidad
únicamente conservo esas imágenes, y otra mucha que me sigue acompañando y
ayudándome a seguir adelante. Y me puedo pasar horas viendo esas fotos y
rememorando las situaciones que dieron lugar a todas esas instantáneas:
reuniones de amigos, fiestas, cumpleaños, encuentros familiares, antiguos
novietes, viajes inolvidables, estancias en el extranjero que me han convertido
en lo que soy…
Y cuando vuelvo a cerrar esa caja
con ella se queda un pedacito de mí, cuidando de todos esos recuerdos y de toda
esa gente, mientras mi cuerpo y mi mente regresan al presente. Y vuelvo a encotrarme sentada delante del ordenador, haciendo
doble clic para abrir el archivo de Word en el que, sin apenas darme cuenta,
comienzo a escribir sin rumbo, sin saber muy bien qué quiero contar pero
teniendo claro que me apetece hacerlo porque es la manera que tengo de
desahogarme y luchar contra esa melancolía que me arrulla y
me envuelve con su sutil tristeza.
Hoy es viernes, viernes 13. El
inicio de un nuevo fin de semana. Frío y, si las circunstancias no lo remedian,
también lluvioso. Un día como otro cualquiera para permitir que mis dedos se
deslicen por el teclado y, dejándose llevar por esa nebulosa que me invade, llenen
las páginas blancas de un folio ficticio que aparece en la pantalla de mi
portátil con palabras que tal vez no signifiquen nada para cualquier otro que no
sea yo, pero que me identifican como persona y que me ayudan a descubrir un
poco más quién soy.
Porque incluso las brujillas
necesitamos averiguar quiénes somos, a dónde vamos y de dónde venimos… Y por
eso nos sentamos en el suelo, cual simples mortales, abrimos esa caja llena de
recuerdos y esparcimos a nuestro alrededor todos y cada uno de los momentos que
han formado parte de nuestro pasado. Podría parecer que no sabemos lo que
hacemos, que estamos llenando la habitación de simples fotografías… En realidad intentamos no olvidar nuestras
raíces. Así que, si me disculpáis, voy a introducirme durante un rato en la
máquina del tiempo...
Mientras, y sin que pueda hacer nada por evitarlo, ese halo de melancolía
que me invade sigue haciendo de las suyas…
Luz Casal. Entre mis recuerdos. http://youtu.be/zUnOWCURe2M
Muy emotivo.
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminar