Hoy me vais a permitir que
convierta mi blog en un simple gesto de perdón.
Sé que esta entrada será
pequeña, minúscula. No creo ni que ocupe más de un par de líneas, pero me veo
en la obligación de confesaros algo: hoy he hecho daño de manera gratuita a una
persona. He hecho daño a alguien sin querer, pensando de manera irracional en que lo que estaba haciendo era lo mejor para protegerme
a mí misma. En un primer momento hasta me pareció lo propio: no me siento fuerte
y por ese motivo mi cabeza confabula y se cree que el mundo está en mi contra.
Y yo no hago nada por detenerla porque no me veo con ganas. Pero en el fondo sé
que esto no me justifica. Y sin ser consciente de lo que hacía sé que han llorado por mis
palabras…
No sé si me leerás. Hasta
ahora siempre lo has hecho. A partir de este punto ya no tengo ni idea. Por si
existiese esa pequeña posibilidad te lo repito: lo siento mucho. No sabes
cuánto.
Ya no necesito añadir ni
una coma. Sé que mis palabras no tendrán sentido para nadie más, sólo para la
persona a la que van dedicadas.
Vales mucho y te mereces
lo mejor. Cuídate. Yo prometo ponerme fuerte para poder ser tu amiga, de esas de las de verdad. Sin dobleces.
Ánimo guapa, seguro que esa persona sea quien sea no te guardará ningun rencor. Si te conoce minimamente sabrá que no hay maldad ni en tus palabras ni en tus actos. Un abrazo bien fuerte y coge fuerzas, el sol va siendo cada vez más intenso y las nubes se disipan poco a poco.
ResponderEliminarBesitos.
Firmado, un amigo.