martes, 4 de julio de 2017

¿Alguien me recuerda?

¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!!

No... No me he vuelto loca aunque ya de sobra sabéis que muy cuerda jamás he estado. Pero es que vamos a ver... con esto de que mi inspiración decidió tomarse un tiempo de descanso allá por el año pasado ("solo serán un par de días, para recargar pilas y regresar con fuerzas" me engañó la tía falsa) a lo tonto a lo tonto estamos en el mes siete del año en curso y a estas alturas de la historia todavía no había compartido con vosotros la alegría que genera este año que ya empieza... digo continúa... digo casi llega a su fin....

Así que como lo primero es lo primero, os envío mis mejores deseos aunque sea con un poquito de retraso.

Tal vez os preguntéis a qué he dedicado todos estos meses que he pasado sin dar señales de vida. Es posible que os penséis que me he sacado dos carreras, o que el trabajo me ha tenido totalmente absorbida o incluso que me ha tocado la lotería y me he dedicado a recorrer el mundo de izquierda a derecha y de derecha a izquierda sin más tiempo disponible que el necesario e imprescindible para llegar al destino marcado en la ruta, reponer fuerzas y partir hacia el siguiente.
Pues no. No, no y no.
Sigo siendo la misma licenciada en Traducción e Interpretación que era a finales del 2016, luchando eso sí como una jabata por no olvidar el inglés y el alemán que tanto me costó introducir en la sesera. Y cuando digo inglés y alemán me refiero a temas de lenguas que no van a ningún maromo pegadas, para mi gran desgracia, sino a lenguas a secas. Del mundo. Pero lenguas a secas.
Mi trabajo todavía no me ha encumbrado a ningún lugar en el que mi presencia sea requerida a tiempo completo y sigo teniendo un horario de currito funcionarial. Con unas tardes que suelen alargarse más de lo que a mí me gustaría, pero que no me sirven de excusa para haber desaparecido del mapa durante el tiempo que lo he hecho.
Sigo siendo pobre. De necesidad. Por obligación y porque no me queda más remedio. Apenas sí puedo permitirme algún capricho que se salga de mi rutina diaria como para disponer del líquido necesario para equipar mi maleta con todo lo imprescindible para visitar en un mismo viaje países con clima diametralmente opuesto. Que una cosa es llevarte un paraguas por si llueve, un abrigo para el frío y un bikini para cuando toque playa y otra muy diferente contar con varios recambios para no repetir modelito en demasiadas ocasiones. Que un viaje de vuelta al mundo es muy largo y queda muy feo salir en todas las fotos con el mismo pantalón y jersey.
En resumidas cuentas: me ha pasado lo que me pasa siempre. Que no sé en qué narices ocupo el tiempo pero el muy capullo vuela más rápido que un avión supersónico y cuando yo voy, él ya está de vuelta, y de esta manera es imposible que nos crucemos ni tan siquiera para saludarnos, hablar del tiempo y preguntar por la familia. Así que de pensar en escribir ya ni hablamos. Y si encima cuento con la nula colaboración de mi inspiración, apaga y vámonos.
No existe por tanto una explicación memorable, propia de un guion de película de Hollywood que justifique semejante dejadez por mi parte, y tampoco me parecía procedente inventar ahora un mundo de ilusión y fantasía porque al final todo se sabe y como dicen por ahí, la mentira tiene las patas muy cortas. Además, ya he confesado que tampoco estaba yo mucho para pensar, así que para qué nos vamos a engañar, vosotros y yo.


En plena operación salida de vacaciones mi cerebro continúa a medio gas y el calor hace todo lo posible por derretir las escasas neuronas que me quedan. Con todo y con eso en el fondo de mi ser mis ganas por escribir siguen intactas así que procuraré despertar de su letargo a mi creatividad y continuar plasmando historias con más o menos acierto para que no os olvidéis de mí con tanta facilidad. Puedo prometer y prometo…

Sia. I’m Alive. https://youtu.be/t2NgsJrrAyM


No hay comentarios:

Publicar un comentario