miércoles, 1 de enero de 2014

Vuelta a empezar.



Me vais a permitir que escriba bajito, porque a estas horas de la tarde todavía hay gente durmiendo después de una larga noche. O tal vez ya estén despiertos pero con la cabeza a punto de estallarles y lo que menos querría es que alguien aporrease mi puerta porque no consigue descansar debido a la fuerza con la que mis dedos golpean el teclado. Así que os daré un consejo: si en algún momento no sois capaces de escuchar lo que escribo, arrimad la vista a la pantalla y seguro que conseguís leerme mejor. 

Bueeeenoooo. Pues aquí está por fin. Bienvenido al mundo, año 2014. Si hace unas horas despedía con cajas destempladas al 2013, recibo con los brazos abiertos a estos nuevos 12 meses que han tenido a bien llegar e instalarse en nuestras vidas

Ahora mismo, a día uno de enero, pensar que tengo 365 días por delante me parece una eternidad, pero sin apenas darme cuenta volveré a encontrarme de nuevo delante del televisor, dispuesta a despedir otro año más con un cuenco con 12 uvas en la mano y concentrada para no atragantarme a medida que las introduzco en la boca al ritmo de las campanadas del reloj de la Puerta del Sol. Y quien dice uvas dice tacos de queso, que es con lo que yo he recibido el año en esta ocasión. Sí, me confieso pecadora: he sido extremadamente vaga, tanto como para no tener ganas de salir de casa y comprarme las 12 uvas de rigor. Además, visto que con la fruta no he tenido suerte el año pasado, he decidido probar con el queso esta vez. Y si con queso tampoco me sale bien la experiencia, directamente me paso a los chupitos de gintonic y todos tan felices y contentos. O al menos yo, porque otra cosa no, pero la melopea que me pillo después de ventilarme 12 copitas de un trago cada una y en menos de un minuto la tengo asegurada fijo. Y eso que gano y me ahorro en copas. Si es que no hay mal que por bien no venga. 

¿Soñamos un poco? Yo me voy a atrever a creer que va a ser un año plagado de cosas maravillosas. Y me permito esta licencia porque por el momento no me ha defraudado. Es cierto que no han pasado más que unas pocas horas, pero en el transcurso de las mismas me he sentido a gusto, feliz y relajada, así que si me preguntáis por el balance del año hasta este momento en el que escribo lo puntuaría con un 9. No le pongo un 10 porque soy de las que piensa que la perfección no existe, porque siempre hay cosas que se pueden mejorar. Y es que si las cosas fuesen de 10 no nos esforzaríamos por conseguir algo más y nos apalancaríamos en el punto en el que nos encontramos. Y eso no. Nunca. Jamás.

Si tuviese que describir al 2014 con un color lo pintaría de verde, ese verde intenso que inunda mi Galicia, ese pedacito de tierra que tanto añoro cuando estoy lejos y a la que siempre me gusta volver. Si tuviese que definirlo con un olor diría que huele a lluvia, con esa humedad que se te cala hasta los huesos y que se aferra a ti sin que puedas hacer nada por quitártela de encima. Si hablase de sonidos no se me ocurre otro mejor que el murmullo cantarino de las olas de mar rompiendo contra la orilla. Y todo ese compendio de sensaciones me hacen pensar que nada malo puede surgir de semejante mezcla, porque estoy definiendo el paraíso, y el paraíso podrá ser un lugar aburrido tal vez, pero nunca algo malvado. 

Puede que mis expectativas sean un poco exageradas. De hecho estoy convencida de ello, pero me niego a pensar ya de principio que no vaya a ser así. Ya a medida que vayan pasando los meses iré bajando el listón, pero por ahora éste está tal alto que lo tapan las nubes. Además, siempre me han echado en cara que soy una persona demasiado negativa, así que qué mejor que demostrar algo de positivismo para variar.

El futuro es algo incierto, impredecible e incontrolable. Y yo me encuentro con muchas ganas de ir descubriendo poco a poco qué me deparará este año. ¡¡¡Ay qué nervios!!!! Me pregunto si seré más alta, más guapa, más lista, más rubia…. No me queda otra que ir viviendo el día a día, abrir esa caja de sorpresas y descubrir todo lo que me espera. Y ojalá estéis vosotros a mi vera para compartir conmigo todos los (buenos) momentos que todavía me quedan por vivir. 



¿Habéis comprado ya la entrada para ver el espectáculo? He oído que todavía hay localidades disponibles. Yo no me lo pensaría demasiado: me han soplado que la película de mi vida este año promete. Luego no me vengáis llorando y digáis que no os lo advertí…



Fangoria. Dramas y comedias. http://youtu.be/2mVZvFZSCy4




 

4 comentarios:

  1. Como todos tus relatos... genial!!! De diez
    No iba a poner ningún comentario, porque no quiero ser demasiado cansino, pues si me dan una mano, no quiero coger el brazo, pero no he podido evitarlo en cuanto he llegado al final, con esa canción que me recarga de energía "Dramas y comedias", pues he pasado unos momentos muy malos y este tema me ha animado bastante.

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  2. Tú comenta todo lo que quieras. Me gusta saber las opiniones de los que se toman unos minutos para leer mis locuras.
    Es increíble cómo podemos llegar a identificarnos con ciertas canciones, ¿verdad?
    Beso.

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    1. Y no sólo con las canciones, sino también con tus relatos, pues en muchas ocasiones me veo reflejado y hago mías tus palabras. ¿Quién no ha sufrido alguna vez? Muchas veces pienso que la vida tendría que venir con manual de instrucciones o que nos dieran al menos un cursillo acelerado (o no tan acelerado).
      Como comenté en otro lado... no soy mucho de leer, (mi cuarto está lleno de libros, pero son de bricolage, manualidades....) no soy de los que leen constantemente, pero cuando cae en mis manos un buen libro y me engancha.... lo devoro y éso me ha pasado con tu blog.
      Enhorabuena, porque dicen que querer es poder y tú puedes!! (Ya hablé a dos contactos de mi facebook y antiguos compañeros de colegio de tu blog y les ha gustado).

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    2. Pues no te imaginas lo feliz que me hace. :-D

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