Comencé a escribir este
blog, allá por el pasado mes de noviembre, como una vía de escape personal. No
sabía cómo hacer para huir de todo lo que por aquel entonces rodeaba mi vida,
me asfixiaba sin remedio entre las cuatro paredes de mi piso y encontré en la
escritura la manera de evadirme de todo ese horror. Así se inició todo, de la
manera más simple: una mañana, sin apenas darme cuenta, comencé a aporrear las
teclas.
Cierto es que la terapia
era para mí, pero mentiría si dijese que una parte de mí no sentía cierta
curiosidad por saber qué opinaría la gente, mi gente, sobre lo que me estaba
pasando. Necesitaba de algún modo saber que me entendían y que me apoyaban. Es
ese egocentrismo que todos llevamos dentro en mayor o menor medida el que me
empujó a que lo hiciese público en forma de blog y no sólo me dedicase a plasmar
mis temores y angustias en unas líneas redactadas de manera privada, de tal
forma que todas esas reflexiones quedasen únicamente entre el ordenador y yo.
Jamás me pude imaginar que
mis historias generasen adicción entre algunos de vosotros. Nunca he pensado
que mi forma de escribir tuviese nada de particular, no considero que redacte
con un perfeccionado estilo aunque sí con cierta gracia, rasgo este último que
imagino ha hecho que mi manera un tanto payasa de expresarme terminase por engacharos a algunos.
Desde hace ya un tiempo
cierto personajillo llamado José Manuel me reclama periódicamente el capítulo
primero del supuesto libro que un día le prometí que me plantearía escribir. Pero yo sé que el motivo de tanta insistencia en verdad es otro, y yo ahora mismo os
lo aclaro: este chico es un pedazo fotógrafo y lo que quiere en realidad es
inmortalizar mi cara para la foto de la contraportada… ¿a que sí, pillín? A mí
no puedes engañarme…
Y mi ego ha ido creciendo
estos últimos tiempos a medida que otras personas me han confesado que son fans
de mi blog, que no se pierden ni un sólo capítulo de mis alocadas aventuras. El
último ruego, de hace sólo unas horas: “Oooooyeeeeee estoy enganchadísima a tu
blog… por favor necesito la siguiente entrega”. Y cuando leo cosas como esas no
puedo evitar esbozar una sonrisa que me llena de orgullo y satisfacción, cual si fuese el
mismísimo Juan Carlos I, rey de España. O Juana la Loca, que para el caso…
Con esto no estoy
presumiendo de ser una maestra en el arte de la escritura, pero constatar con
vuestros comentarios que lo que comenzó como una terapia de autoayuda para Rut se
ha convertido en algo más me hace incluso sentir mejor. Creo que en cierta
medida entre todos vosotros estáis consiguiendo que poco a poco vaya creyendo
en mí. Y eso en estos momentos significa un mundo.
Por todo eso gracias,
chicos. Porque estáis consiguiendo el milagro. Estáis transformando,
probablemente sin saberlo, a un patito feo en un cisne. Estáis haciendo que
esta personita se sienta por fin valorada y le estáis dando fuerzas para que
continúe con esta locura que comenzó un poco por casualidad y que se ha
convertido en mi droga personal. Habéis creado a un monstruo. Y siento si ahora
os arrepentís de haber despertado a la fiera. Como mi amiga Mayte sabiamente
diría en esta ocasión: ¡¡¡¡haber elegido muerte!!!!
Todavía sigo con la
sonrisa de orgullo en la cara. No puedo nombraros a todos, pero sabéis que
hablo de vosotros. Gracias por hacer subir el contador de visitas de todas y
cada una de las entradas de mi experimento personal. Porque sin ser plenamente
conscientes de ello me hacéis inmensamente feliz. Porque sin ser plenamente
conscientes de ello conseguís que poquito a poco vaya con la cabeza más erguida
por la calle. Porque sin ser plenamente conscientes de ello hacéis que crezca
mi confianza en mí misma. Porque sin ser plenamente conscientes de ello formáis
parte de mi transformación. Porque sin ser plenamente conscientes de ello ni os
imagináis cómo os agradezco lo que sin ser plenamente conscientes de ello
estáis haciendo por mí.
Gracias. Grazas. Thank
you. Danke. Obrigado. Merci. Grazie, Tak… Algún día espero ser capaz de
devolveros el favor. Hasta entonces y como se suele decir en estos casos: no
vemos en los bares. O donde toque.
Despistaos:
Gracias. http://youtu.be/gynCKCo5VEk
(El
videoclip de esta canción está rodado en uno de mis rincones favoritos de
Madrid, desde donde podréis disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad. Es
el Cerro del Tío Pío, coloquialmente conocido como "Las siete Tetas", y está en Vallekas. Si tenéis oportunidad, acercaos a ver una puesta de sol.
Y llevad la cámara. No os arrepentiréis.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario